¿Qué significa Mateo 19:18?

Un hombre rico se ha acercado a Jesús con una pregunta muy importante: ¿qué debo hacer para obtener la vida eterna? Este seguidor del judaísmo quería saber cómo podía estar seguro de que alcanzaría el reino de los cielos (Mateo 19:16–17). La respuesta inicial de Jesús es objeto de frecuentes malinterpretaciones. Según el contexto, la pregunta de este hombre nos revela al menos dos suposiciones que el hombre traía consigo: una era correcta y la otra no. La respuesta de Jesús implicaba cosas importantes sobre la salvación, y la sinceridad del hombre a la hora de buscarla.

En primer lugar, la pregunta del hombre rico nos muestra que no creía complacientemente que el simple hecho de ser judío le garantizaba un lugar en el cielo. Aparentemente, muchos judíos de esa época creían esto, y Jesús contradijo esa idea directamente en varias ocasiones.

Segundo, su pregunta demuestra que Él creía que sus propias acciones eran importantes a la hora de determinar si llegaría a alcanzar un lugar en el cielo. Este hombre creía que debía demostrar que era digno de Dios. Sin embargo, esto no cuadraba con lo que Jesús había acabado de enseñar en el pasaje anterior de que el reino de los cielos es de los que tienen la fe y la humildad de los niños. Admitir la propia necesidad y dependencia de Dios es un aspecto clave de una fe salvadora.

Entonces, Jesús le dijo al hombre que guardara los mandamientos para así poder salvarse. Como muchos de los otros comentarios que Cristo hizo, esto debe entenderse en el contexto de una conversación y una línea de pensamiento específicos. Por lo tanto, no fue una frase simplista que afirmara que podemos alcanzar la salvación porque somos buenos. Por el contrario, fue un comentario incisivo para animar al hombre rico a que examinara tanto sus acciones como sus motivaciones.

El hombre rico quería detalles: ¿qué mandamientos importan realmente? Quizás estaba preguntando si solo debía guardar los mandamientos de Moisés en las Escrituras o si también debía guardar todos los mandamientos que se le añadieron a la ley por medio de los fariseos. Esta fue también una pregunta bastante perspicaz acerca de a qué nos referimos realmente cuando hablamos de la verdadera bondad.

Jesús respaldó lo que el hombre había dicho antes de enumerar los mandamientos directamente de las Escrituras. Específicamente, Jesús solo mencionó los mandamientos del quinto al noveno: "no matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio". Jesús añade dos más en el siguiente versículo.

Más importante aún, esta línea de razonamiento trajo consigo una oportunidad para que Jesús señalara lo que realmente es capaz de salvar a una persona: una fe sumisa y arrepentida. El hombre rico pudo afirmar haber sido "bueno" en su comportamiento, pero no estaba dispuesto a seguir a Dios de la manera que Dios se lo requería (Mateo 19:21–22).