¿Qué significa Mateo 19:23?
Después de la conversación que Jesús tuvo con un joven rico (Mateo 19:16–22), Jesús dijo algo increíble, y lo dijo diciendo al principio "de cierto les digo", para que todos supieran que lo que iba a decir era importante.Jesús dice que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Jesús acaba de prometerle la vida eterna a un joven si vendiera todo lo que poseía, les diera el dinero a los pobres y lo siguiera. Jesús estaba desafiando solo a este joven con este reto, y demostró que el hombre rico no estaba realmente dispuesto a obedecer a Dios. El hombre no podía o no quería hacerlo.
Este comentario de Cristo también desafiaba muy seriamente las suposiciones que la gente tenía en su época acerca de la riqueza. Muchos creían que los ricos eran ricos porque Dios, o los dioses, los habían bendecido, y asumían que la riqueza y el éxito significaban que Dios consideraba que esas personas eran mejores, superiores o incluso más fieles que las personas normales. Debido a que Dios favorecía a los ricos, seguramente les sería más fácil entrar en el reino de los cielos, o así se pensaba.
La afirmación de Jesús nos demuestra que esto no era así. Por un lado, los ricos no eran ricos porque fueran mejores personas que los pobres. La riqueza y el éxito ciertamente estaban influenciados por el hecho de haber tomar buenas decisiones (Proverbios 3:1–4), pero también podían ser el resultado de acciones deshonestas o malvadas (Proverbios 20:17). Sin embargo, lo más importante es que nadie entra en el reino de los cielos siendo lo suficientemente bueno o siendo mejor que los demás. Jesús les había dicho antes de esto a Sus propios discípulos que, "de cierto les digo, que si ustedes no cambian y se vuelven como niños, no entrarán en el reino de los cielos." (Mateo 18:3).
A las personas que son ricas y autosuficientes les cuesta más humillarse y admitir su necesidad que a los pobres, por eso les resulta tan difícil entrar en el reino. Este mismo principio puede aplicárseles a aquellos que confían en su inteligencia, su buena suerte u otros atributos, en lugar de confiar en Dios.