¿Qué significa Mateo capitulo 20?
Mateo 20 registra las enseñanzas, las interacciones y los milagros de curación de Jesús mientras que él y los discípulos se encontraban de viaje de camino hacia Jerusalén. Este capítulo comienza con la parábola de los trabajadores en la viña. La parábola continúa hablando sobre lo que Jesús ya había dicho acerca de las recompensas eternas que Sus discípulos recibirían por haberlo seguido. Jesús les dijo que las personas que lo dejaran todo para seguirlo serían recompensados con mucho más de los que dejaron atrás y también recibirían la vida eterna. Sin embargo, Jesús añadió que muchos de los primeros serían los últimos, y los últimos, los primeros (Mateo 19:29–30).Entonces, Jesús contó una parábola para ilustrar lo que significaba todo esto. En esta parábola, el dueño de una casa necesitaba trabajadores para su viña, probablemente para la cosecha. Entonces, salió temprano por la mañana y contrató a un grupo de jornaleros por el precio acordado de un denario por día. Más tarde durante ese día, el dueño de la viña siguió necesitando a más trabajadores, y el dueño de la casa continuó regresando a la plaza del mercado cada tres horas más o menos para contratar a otro grupo al que le pagaría "lo que fuera justo" (Mateo 20:1–7).
Cuando llegó el momento de pagarles a los trabajadores, el grupo que había sido contratado temprano por la mañana se emocionó al ver que el patrón estaba pagándoles un denario a las personas que contrató a las 5 de la tarde. De hecho, ellos asumieron que el patrón les pagaría mucho más, y se quejaron cuando el patrón les pagó solo un denario. Sin embargo, esta fue exactamente la cantidad que habían acordado desde el principio. El dueño insistió en que tenía el derecho a ser generoso con las personas que él quisiera. Entonces, Jesús concluyó la historia repitiendo Su enseñanza de que los últimos serían los primeros y los primeros, los últimos. Este mensaje hace un paralelismo con la parábola del hijo pródigo (Lucas 15:25–32): cuando Dios le muestra generosidad a los demás, eso no significa que él nos esté tratando injustamente a nosotros (Mateo 20:8–16).
Después, Jesús les dijo claramente a los discípulos por tercera vez (Mateo 16:21; 17:22–23) que cuando llegaran a Jerusalén, los líderes religiosos judíos lo condenarían a muerte y luego lo llevarían ante los gentiles para que se burlaran de él, lo flagelaran y lo crucificaran; sin embargo, Jesús dijo que resucitaría al tercer día (Mateo 20:17–19).
Entonces la madre de Jacobo y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercó a Jesús. Algunos eruditos piensan que esta mujer era Salomé (Mateo 27:56; Marcos 15:40; 16:1; Juan 19:25), posiblemente la hermana de María. Esto la convertiría en la tía de Jesús. Ella le pidió a Jesús que sus hijos fueran los elegidos para sentarse a la izquierda y a la derecha de Jesús en Su reino. Esto significa que tendrían las posiciones de poder más altas en el reino de Jesús. Jesús se volvió hacia Jacobo y Juan y les dijo que no sabían lo que estaban preguntando. Jesús les preguntó si podían beber de Su copa, es decir, del sufrimiento que él estaba a punto de experimentar. De hecho, Jesús estaba de acuerdo en que beberían de Su copa, y tendrían que soportar muchas pruebas y persecuciones, pero les dijo que era el Padre quien les otorgaría tales posiciones en el reino (Mateo 20:20–23).
Los otros discípulos se enfadaron mucho con ellos, y vieron esto como un intento de elevarse por encima del resto y alcanzar más poder que los demás en el reino de Dios. Jesús les explicó que la grandeza en Su reino no se trataría de gobernar a los demás tal y como lo hacen los gentiles. En cambio, aquellos que quisieran ser grandes en el reino debían servirles a los demás. Si alguien quiere ser el primero debe ser el esclavo de los demás. Después de todo, Jesús había venido a servir y no a ser servido. Esta era una lección que él iba a demostrarles de manera muy personal cuando les lavara los pies de los discípulos durante la última Cena (Juan 13:12–17). Tal y como ya lo había dicho con el tema de las recompensas, Jesús continuó desafiando las suposiciones del mundo en lo que se refiere a la grandeza y al poder (Mateo 20:24–28).
Finalmente, dos mendigos ciegos que estaban sentados al borde del camino llamaron a Jesús mientras él pasaba por allí de camino a Jerusalén. Le pidieron que tuviera misericordia de ellos y lo llamaron Hijo de David, un nombre que se utilizaba para designar al Mesías. Jesús curó su ceguera. El relato de Marcos (Marcos 10:46–52), al igual que el de Lucas (Lucas 18:35–43), se centra solo en uno de los hombres, uno que se llamaba Bartimeo. La ciudad de "Jericó" en cuestión no era exactamente la misma que aparece en el libro de Josué (Josué 6), sino un reasentamiento cercano que había desaparecido hacía ya mucho tiempo. Muchos predicadores en la actualidad a menudo mencionan que esta fue la última vez que Jesús pasó por este lugar. Los ciegos no lo sabían, pero esa fue la última oportunidad que tendrían de encontrarse con Cristo. En realidad, nadie puede saber cuándo se nos dará la última oportunidad de seguir a Cristo antes de que llegue nuestro final en esta vida (Mateo 20:29–34).