¿Qué significa Mateo 21:26?
Jesús accedió a responder a una pregunta directa de un grupo de sumos sacerdotes y ancianos con una condición: primero debían responder a Su pregunta. Jesús les preguntó si la obra de Juan el Bautista había venido del cielo o del hombre (Mateo 21:23–24). La pregunta que le hicieron a Jesús, tal y como se planteó, era legítima. Sin embargo, sus motivos no lo eran: estos hombres querían encontrar una excusa para atrapar a Jesús diciendo algo que les ayudaría a confirmar en frente de todos los presentes que Jesús era un hereje.Debido a la pregunta de Jesús, esos líderes hipócritas habían caído en su propia trampa. Si decían que el bautismo de Juan había venido del cielo, entonces eso significaría que habían desobedecido a Dios. Por supuesto, eso no es lo que pensaban estos sacerdotes y ancianos, pero en este versículo admitieron que tenían miedo de decir la verdad. Juan el Bautista era muy popular entre la gente. Las multitudes de israelitas que acudieron en masa para ver a Juan y ser bautizados creían que Juan había sido un profeta legítimo enviado directamente por Dios.
Al admitir esto, incluso entre sí, estos sacerdotes y ancianos revelaron lo deshonestos que eran en realidad, además de que estaban influenciados hasta la médula por el poder y la política. Jesús sabía esto cuando les hizo esa pregunta, por supuesto. En cierto modo, la respuesta de Jesús representaba un desafío directo contra ellos. Si los líderes religiosos de Israel hubieran creído que Juan había sido un verdadero profeta de Dios, habrían creído su mensaje sobre el Mesías, y el hecho de que Juan identificó y dijo que Jesús era el Mesías.
Estos hombres al menos tuvieron una especie de oportunidad de demostrar su integridad. Responder honestamente, aunque la respuesta no les gustara a los israelitas, habría conllevado el hecho de decir que pensaban que Juan el Bautista no había venido del cielo. Sin embargo, ellos no estaban comprometidos con la verdad, sino con su propia seguridad y poder. Esta es la misma razón por la que se negaron a admitir que Jesús era el Mesías. Jesús los atrapó en este momento detrás del muro de su propia deshonestidad e incredulidad. La manera en que respondieron públicamente lo dejará claro (Mateo 21:27).