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Mateo 23:23

LBLA ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas !, porque pagáis el diezmo de la menta, del eneldo y del comino, y habéis descuidado los preceptos de más peso de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad; y éstas son las cosas que debíais haber hecho, sin descuidar aquéllas.
NBLA “¡Ay de ustedes, escribas y Fariseos, hipócritas que pagan el diezmo de la menta, del anís y del comino, y han descuidado los preceptos más importantes de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad! Estas son las cosas que debían haber hecho, sin descuidar aquéllas.
NVI »¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Dan la décima parte de sus especias: la menta, el anís y el comino. Pero han descuidado los asuntos más importantes de la ley, tales como la justicia, la misericordia y la fidelidad. Debían haber practicado esto sin descuidar aquello.
RV1960 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.
JBS ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejasteis lo que es lo más importante de la ley: el juicio y la misericordia y la fe; esto era necesario hacer, y no dejar lo otro.

¿Qué significa Mateo 23:23?

Jesús está compartiendo el cuarto de Sus siete "ays" contra los líderes religiosos de Israel: los escribas y los fariseos. Jesús no estaba simplemente analizando la manera en que estaban realizando su trabajo, ni tampoco estaba simplemente debatiendo con ellos, sino que los estaba enjuiciando, ya que Él era y es el Hijo de Dios. Jesús estaba juzgando a las personas a las que Dios les había confiado el liderazgo religioso y espiritual de Su pueblo.

Después de llamarlos hipócritas una vez más (Mateo 23:13, 15), Jesús describe cuál podría haber sido el núcleo del problema de los fariseos y su práctica del judaísmo. Con el tiempo, los líderes judíos desarrollaron un sistema de detalles intrincados que tenían el objetivo de "proteger" a las personas para que no quebrantaran accidentalmente algunos de los mandamientos de Dios. Los escribas y los fariseos gastaban mucha energía tratando de obedecer los detalles más diminutos de estas reglas tradicionales que ellos mismos le añadieron a la Ley. Al mismo tiempo, le estaban quitando importancia a las leyes que Dios mismo les había dado. Dios le mostró Su corazón a Su pueblo a través la Ley, pero ellos lo ignoraron por completo.

A los israelitas se les ordenaba diezmar: dar el diez por ciento de ciertos cultivos específicos: aceite, cereales y vino (Deuteronomio 14:22–29). Levítico 27:30–32 va un poco más allá y especifica la semilla de la tierra, el fruto de los árboles y los animales de ciertas manadas. Los fariseos optaron por aplicarle este requisito incluso a las plantas más pequeñas del jardín, incluidas la menta, el eneldo y el comino. Jesús no condenó necesariamente que hicieran eso. De hecho, Jesús dijo que ese aspecto de su obediencia era legítimo. Al mismo tiempo, eso era un ejemplo perfecto de los extremos hasta los que llegaban y hacían llegar a la gente para tratar de ser legalmente perfectos.

Al concentrarse en estos detalles, los fariseos perdieron de vista las cosas más importantes de la Ley misma. La obediencia era importante, por supuesto, pero igual de importante era conocer el propósito de las normas que Dios les había dado. Por tanto, conocer el verdadero propósito de la Ley (Juan 7:24) es la única manera de aplicar la Ley correctamente. El Señor tenía la intención de que Su pueblo viviera con justicia, misericordia y fidelidad. Sin esos principios, todas esas reglas serían un mero ejercicio religioso en lugar de una forma de cumplir la voluntad que Dios tenía para Su pueblo.
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