¿Qué significa Mateo 26:53?
Pedro pudo haber pensado que estaba probándose a sí mismo ante Jesús. Para ello, atacó con una espada, probablemente con la torpeza descontrolada de un aficionado, y le cortó la oreja a un siervo del sumo sacerdote que estaba allí presente (Mateo 26:51; Juan 18:10). Quizás Pedro quería recuperar el respeto de su Maestro, después de que Jesús le dijera que iba negarlo esa noche hasta en tres ocasiones distintas (Mateo 26:30–35). Esta reacción le valió a Pedro una reprimenda inmediata (Mateo 26:52) y Jesús le ordenó que envainara su espada rápidamente. Los otros evangelios nos dicen que Jesús le dijo a la multitud que había venido a arrestar a Jesús que dejaran que Sus discípulos se fueran (Juan 18:8–9). Por lo tanto, esta reacción de Pedro pudo haberle provocado la muerte.De hecho, esta reacción no solo fue peligrosa, sino increíblemente tonta. De todas las personas, Jesucristo era la última persona que necesitaría ser defendido usando un arma terrenal (Juan 18:36). Jesús habló sobre esto de una manera un tanto dramática, e hizo una comparación de los ejércitos de los ángeles con los ejércitos romanos. Una legión romana tenía aproximadamente 6.000 soldados. Por lo tanto, tomado literalmente, Jesús estaba diciendo que Dios el Padre podía enviar a 72,000 ángeles para defenderlo si se lo pidiera. Es de notar que, en el Antiguo Testamento, a un solo ángel se le atribuye la muerte de 186.000 soldados asirios (2 Reyes 19:35). Por lo tanto, ¿necesitaba el Hijo del Dios viviente que un simple pescador interviniera y atacara a las personas que habían venido a arrestarlo?
Las palabras de Jesús nos pueden sonar un poco denigrantes, pero Él quiere que todos los que estaban escuchándolo entendieran claramente que estos hombres no podían arrestarlo contra Su voluntad. Jesús se iría con ellos por Su propia voluntad. En realidad, Jesús se estaba sometiendo a la voluntad de Su Padre, y no quería que lo defendieran y eso provocara que Su propósito no se cumpliera. El relato de Juan de estos eventos habla de todo esto con mucha más claridad (Juan 18:4–8).
Mateo 26:47–56 nos describe la escena de la traición y el arresto de Jesús en el jardín de Getsemaní. Judas llegó al frente de una multitud armada de soldados, guardias del templo y otros. Judas identificó a Jesús ante la multitud dándole un beso de amigo. Pedro (Juan 18:10) tomó una espada y le cortó la oreja a un hombre queriendo defender a Jesús, pero en realidad hizo algo que Jesús no quería que hiciese. Jesús le dijo que guardara la espada. Si Jesús quisiera salvarse, se lo podía pedir a Dios Padre y llegarían 12 legiones de ángeles para ayudarlo. Sin embargo, Jesús no se iba a resistir. Las Escrituras de los profetas debían cumplirse. Este pasaje es similar a los que aparecen en Marcos 14:43–50, Lucas 22:47–53 y Juan 18:1–11.
Los líderes religiosos judíos conspiraron juntos para arrestar y matar a Jesús, y Judas Iscariote los ayudó, quien decidió traicionar voluntariamente a Jesús. Una mujer unge a Cristo con aceite durante una cena en Betania. A continuación, Jesús y los discípulos celebran la cena de Pascua en un aposento alto donde Jesús predice que lo iban a arrestar e introduce el sacramento de la comunión. Entonces Jesús ora con una agonía inimaginable en el jardín de Getsemaní antes de ser traicionado por Judas y ser capturado por los líderes judíos. Los discípulos acaban dispersándose. Jesús afirma explícitamente ser divino ante el sumo sacerdote, y finalmente lo declaran culpable de blasfemia y lo sentencian a muerte. Mientras esto sucede, Pedro niega conocer a Jesús hasta tres veces y huye de la escena avergonzado.