¿Qué significa Mateo 26:63?
Caifás, el sumo sacerdote, parece estar inquieto, ya que quería que Jesús dijera algo frente al consejo por lo que pudieran acusarlo de blasfemia y sentenciarlo a muerte (Mateo 26:57–62). Caifás exigió que Jesús respondiera a la acusación de dos testigos quienes afirmaron haber escuchado a Jesús decir que destruiría el templo de Jerusalén y lo reconstruiría en tres días. La supuesta blasfemia —y su cita falsa (Juan 2:19–21)— no fue suficiente como para condenar a muerte a Jesús. Por lo tanto, Caifás necesitaba algo más.Jesús, sin embargo, ni siquiera respondió a esa acusación, ya que sabía que lo habían citado mal y que Él se había referido a Su propia resurrección, no a la destrucción del templo de la ciudad. También sabía que, para llegar al momento de Su resurrección, tendría que ser sentenciado a muerte por los hombres con los que estaba en este mismo momento. Jesús no trató de defenderse de todas esas acusaciones falsas que hicieron en su contra (Isaías 53:7).
Ya sea por frustración o por un momento de astucia, Caifás finalmente le preguntó a Jesús a cerca de Sus enseñanzas más controvertidas. El sumo sacerdote le preguntó directamente a Jesús que dijera en el nombre del Dios vivo si Él era el Cristo, el Hijo de Dios. ¿Eres el Mesías?
La estrategia de Caifás podría haber sido puramente procedimental. Si Jesús se resistiera, podrían acusarlo de haberse negado a responder una pregunta que el sumo sacerdote le había hecho bajo juramento. Si Jesús dijera que no era el Mesías, las multitudes ya no tendrían ninguna razón para incitar una posible rebelión (Juan 11:48). Si Jesús dijera que era el Hijo de Dios, el concilio usaría esa declaración para sentenciarlo a muerte.
Por supuesto, eso requería que estos hombres se negaran a creer que Jesús era, de hecho, el Mesías (Juan 5:39–40). Resulta que Jesús responderá a este desafío diciendo la verdad absoluta sobre este tema, sin dejar lugar a dudas sobre lo que quería decir. Eso fue suficiente para que Sus enemigos declararan que, finalmente, este juicio falso había acabado siendo todo un éxito (Mateo 26:64–66).