¿Qué significa Mateo 27:24?
Este gesto del gobernador romano fue cobarde, irracional y cruel al mismo tiempo. Pilato sabía que Jesús era inocente (Juan 18:33–36; Lucas 23:13–14). Reconoció la manipulación de los líderes religiosos judíos (Mateo 27:18), y se dio cuenta de lo absurdo que era que esta multitud quisiera salvar a un asesino "famoso" en lugar de a un maestro pacífico (Mateo 27:15–16; Marcos 15:7). Sin embargo, gracias a la historia sabemos que la posición de Pilato como gobernador no estaba del todo afianzada. Su dureza y violencia ya había causado algunos disturbios en el pasado. Lo más probable es que sus superiores lo hubieran amenazado con destituirlo si surgieran más problemas en su región. Lo más probable es que los principales sacerdotes supieran esto y estuvieran incitando a la violencia a todas esas personas para intimidar al gobernador y que finalmente eligiera lo que ellos consideraban como "la paz" antes que la justicia.Al final, los miedos políticos impidieron que Pilato hiciera lo que sabía que era lo correcto. Después de intentar desafiar a las multitudes, seguramente a gritos, para que eligieran a Barrabás en lugar de a Jesús, se dio cuenta de que estaba al borde de provocar un motín violento en toda regla. De hecho, la gente no solo quería liberar Barrabás, sino que la multitud también quería que Jesús fuera sentenciado a muerte.
Al final, Pilato se dio por vencido y cedió. Condenar a un inocente ya fue un acto de debilidad, pero lo que hizo a continuación fue casi vergonzoso: tratar de evitar la responsabilidad de haber tomado su propia decisión. Pilato se lavó las manos dramáticamente, simbolizando con ese gesto que estaba rechazando toda responsabilidad que la muerte de Jesús trajera consigo. Poncio Pilato tuvo el descaro de declararse inocente de la muerte de Jesús, aun sabiendo que Él fue quien había tomado la decisión de que lo mataran, y además sabiendo que era inocente.
Por supuesto, simplemente decir "no es mi culpa" no absolvió la culpa de Pilato de ninguna manera. Pilato fue quien dio la orden para que Jesús fuera ejecutado. De hecho, podría haber hecho lo contrario, pero eligió sobreponer su propia comodidad y posición política al hecho de defender lo que Él sabía que era justo. Sus soldados cumplieron con la orden. Al final, Pilato compartió la responsabilidad de haber matado a Jesús con la gente de esa multitud, todas las demás personas que estuvieron involucradas, y todos los demás pecadores a lo largo de la historia cuyos pecados formaron parte de la expiación de Cristo (2 Corintios 5:12; Romanos 5:8).
Por su parte, la multitud que se había reunido allí evitó aceptar cualquier responsabilidad de lo que estaba a punto de ocurrirle a Jesús, e incluso intentaron minimizar el nivel de inmoralidad tan alto del que estaban siendo partícipes en ese momento (Mateo 27:25).