¿Qué significa Mateo 3:7?
Juan el Bautista atraía a grandes multitudes de toda la región (Mateo 3:1–2). La gente viajaba desde Jerusalén y toda Judea para escucharlo predicar (Mateo 3:5). Muchos de los que fueron confesaron sus pecados y fueron bautizados públicamente por Juan para simbolizar su arrepentimiento del pecado y su nuevo compromiso de llevar una vida santa en preparación para la venida del Mesías (Mateo 3:6).Esto pareció haber llamado la atención de los líderes religiosos de Israel. En realidad, no está claro en el texto por qué los fariseos y los saduceos habían ido al desierto para escuchar y ver el bautismo de Juan. ¿Estaban allí para arrepentirse y bautizarse durante un acto religioso o estaban allí para observar y decidir si estaban de acuerdo con la enseñanza de Juan sobre la venida del Mesías? Analizar y sopesar el mensaje de Juan formaba parte de sus deberes espirituales (Juan 1:19–28); sin embargo, otros evangelios nos muestran que estos hombres estaban más interesados en rechazar a Juan que en aprender de Él.
Los fariseos y los saduceos casi no podían verse. Los fariseos eran líderes religiosos y maestros que estaban más conectados con la gente común a nivel local en las sinagogas, y ellos fueron los que establecieron el tono de la vida religiosa cotidiana en Israel. Altamente respetados e incluso temidos, se sometían a estándares muy estrictos en lo que respecta al cumplimiento de la ley, y también forzaban a los demás a hacerlo de esa manera. Incluso desarrollaron un sistema de reglas que iba más allá de la ley inspirada que Moisés les había dado.
Los saduceos eran un grupo mucho más pequeño de sacerdotes ricos y aristócratas religiosos. Tenían puntos de vista diferentes a los fariseos sobre cuestiones espirituales muy importantes. Los saduceos estaban comprometidos a proteger su poder, y eran conocidos por la manera en que cooperaban con Roma para gobernar Israel; eso provocaba que la gente estuviera resentida con ellos.
Juan el Bautista claramente no temía ni admiraba a ninguno de los dos grupos. Juan los llama generación de víboras, el mismo término que Jesús usará más tarde cuando hable con los fariseos (Mateo 12:34). Este nombre los conecta con la serpiente del jardín del Edén. Juan les preguntó quién les había enseñado que huyeran de la inminente ira de Dios. Juan consideraba que su profecía de la venida del reino de los cielos era una buena noticia para los que llevaban una vida santa, pero una noticia horrible para los que continuarían viviendo en pecado. Las palabras de Juan nos muestran que Él consideraba que los líderes religiosos de Israel eran pecadores e impenitentes.