¿Qué significa Mateo 6:24?
"Pero quiero los dos". Esta es una reacción común cuando nos enfrentamos a una elección entre dos cosas que queremos a partes iguales. De hecho, también es una respuesta natural que se le podría dar a esta enseñanza de Jesús sobre el dinero (Mateo 6:19–23), la cual forma parte del Sermón del Monte (Mateo 5:1–2). Aquellos y aquellas que están comprometidos con el Señor desean acumular tesoros o recompensas en el cielo, desean servirle tomando decisiones correctas con una sincera devoción. Las personas que temen a Dios en sus corazones también pueden llegar a desear acumular riquezas en este mundo, sentirse económicamente seguras, acumular posesiones y vivir experiencias que les agraden. Esta es simplemente nuestra naturaleza humana.Jesús no dice aquí que el hecho de desear tanto el servicio a Dios como las riquezas materiales esté mal. Lo que Él dice, clarísimamente, es que uno no puede dar máxima prioridad a ambos al mismo tiempo. En algunos momentos de la vida, uno debe elegir cuál de los dos es más importante. Más tarde o más temprano, Cristo fuerza a aquellos que lo siguen a tomar tales decisiones.
Las Escrituras se refiere a esto dentro del contexto de servirles a los demás. Por ejemplo, no es posible que un sirviente se convierta en el copropietario de dos amos independientes. Un sirviente solo puede priorizar a uno por encima del otro, o viceversa. Quizás, es posible que pudiera serle leal, en cierto sentido, a ambos. No obstante, llegará el momento en el que ambos amos manden a su sirviente en direcciones opuestas. Como resultado, el sirviente acabará desobedeciendo a uno mientras obedece al otro.
Jesús está diciendo que los seres humanos pueden ser esclavos de Dios o del dinero. Para ello, utiliza la palabra griega mammōna, que proviene de la palabra aramea que se usa para la riqueza. Aquellos que se entregan a seguir a Jesús se convierten en siervos de Dios de por vida (Romanos 6:17–18). Aquellos que priorizan la riqueza individual en la tierra se entregan como esclavos al materialismo. Así como los esclavos dependen de sus amos para que les provean todo lo que necesitan, las personas que sienten devoción por Dios o el dinero también dependen de sus respectivos amos para que les provean. Las exigencias de esos dos maestros siempre estarán inmersas en una continua competición.
Entonces, concluye Jesús, una persona no puede servir a Dios y al dinero al mismo tiempo. Esto no significa que alguien que sirva a Dios de todo corazón nunca llegará a tener dinero ni posesiones. Jesús no está sugiriendo que los cristianos deban ser pobres o indigentes, o huir de cualquier tipo de lujos, ni tampoco significa que ser cristiano sea incompatible con el hecho de ser "rico". Lo que quiere decir es que una persona que le sirve sinceramente a Dios no organizará su vida en torno a la adquisición de riquezas mundanas. El dinero, para una persona justa, es solo otra herramienta que Dios le otorga para alcanzar Sus propósitos.
De manera similar, esto no significa que alguien que vive para servirle al dinero nunca pueda reconocer u honrar a Dios de ninguna manera. Sin embargo, las personas solo pueden tener una cosa a la que consideren "la cosa más importante de su vida". La persona materialista que honra a Dios solo lo hace superficialmente o por motivos falsos. De este modo, viven sus días en la oscuridad moral que Jesús ya describió durante los versículos anteriores.