¿Qué significa Mateo 6:7?
Hay muchas personas que oran continuamente además de los cristianos. La mayoría de las religiones incluyen algo parecido a la oración: la comunicación con una deidad, espíritus, ancestros o ángeles. Otras religiones involucran meditaciones o cánticos que tienen como objetivo que la persona que ore se concentre en lo que ocurre en su interior. La mayoría de los gentiles durante el primer siglo participaban en la adoración de ídolos paganos durante la que hacían cantos que se repetían continuamente. Por eso, muchos y muchas pensaban que cuanto más repitieran lo mismo, más posibilidades habría de que su deidad los escuchara.Es posible que algunos judíos de la era de Jesús hubieran incorporado esas supersticiones y orado de esta misma manera tan mecánica y repetitiva. Incluso en la actualidad, existe la tentación de simplemente repetir las mismas palabras una y otra vez y considerar eso como una "oración". Otros piensan que solo se deben usar ciertas frases o expresiones al hacerlo. Al mismo tiempo, eso no significa que todas las palabras que se repiten y las oraciones que se aprenden sean incorrectas, sino que significa que las palabras, en sí mismas, no son el objetivo principal de la oración (Romanos 8:26). Si no nos comunicamos sinceramente con Dios y lo hacemos desde nuestros corazones, entonces no estaremos orando desde nuestra honestidad y nuestra bondad. Esto concuerda con la enseñanza de Jesús de que los motivos del corazón son tan importantes como nuestras acciones (Mateo 5:20; 6:1).
El Padrenuestro, que Jesús pronto nos presentará como un modelo de oración (Mateo 6:9–13), a menudo se usa mal, y se convierte en uno de los ejemplos que Jesús está nombrando. Orar esas palabras exactas no está mal, en absoluto, pero esa oración en sí no tiene ningún "poder" especial. La oración no es un conjuro mágico, y las palabras que oramos deben ser expresiones que salgan directamente de nuestro corazón, en lugar de que solo sean frases mecánicas que se repiten sin sentido.
Jesús nos dirá específicamente (Mateo 6:8) que Dios no se sorprende o complace al escuchar oraciones que se repiten constantemente. Dios entiende lo que llevamos en nuestro corazón a la primera. De hecho, ¡lo sabe antes de que empecemos a orar!