Capítulo
Verso

Mateo 7:1

LBLA No juzguéis para que no seáis juzgados.
NBLA “No juzguen para que no sean juzgados.
NVI »No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes.
RV1960 No juzguéis, para que no seáis juzgados.
JBS No juzguéis, para que no seáis juzgados.

¿Qué significa Mateo 7:1?

Este versículo quizás sea el versículo más malinterpretado de toda la Biblia. La cultura moderna ha distorsionado este comentario y lo ha convertido en la idea de que nunca se debe desaprobar o corregir las acciones de los demás. Al entender este pasaje así, se cometen tres errores. En primer lugar, Cristo no dice "nunca juzgues", sino que nos advierte de que cuando juzgamos a los demás, hay consecuencias al respecto. En segundo lugar, esta declaración viene justo antes de las instrucciones que Cristo comparte acerca de la forma correcta en la que debemos juzgar a los demás. Tercero, las otras enseñanzas de Jesús nos indican explícitamente que el juicio, cuando se hace de la manera correcta, es necesario (Juan 7:24), mientras que el juicio hipócrita o superficial es malvado.

Aun así, este versículo, especialmente las dos primeras palabras "no juzguen", es una de las citas favoritas de aquellos y aquellas que intentan distorsionar el significado real de las Escrituras.

Jesús ha estado enseñando dentro del contexto de los líderes religiosos de Israel y la forma en que practicaban Su justicia (Mateo 5:20; 6:1). Jesús llamó hipócritas a los que llamaban la atención de los demás cuando oraban o ayunaban. Bajo el liderazgo de los fariseos y los escribas, Israel adoraba a Dios con el objetivo de demostrarles a los demás su justicia, en lugar de servirle humildemente a Dios. Entonces, por un lado, hacían cosas buenas con el fin de ganarse la aprobación de los demás. Por otro lado, los líderes religiosos continuamente juzgaban a los demás cuando pensaban que las personas no estaban adorando a Dios o siguiendo la ley de la manera que ellos pensaban que se debía seguir.

Siguiendo ese ejemplo, la gente común de Israel se acostumbró a cumplir con sus deberes religiosos con el fin de obtener la aprobación de los demás, y a menospreciar a aquellos que hacían algo diferente a lo que ellos mismos pensaban que se debía hacer. El resultado de todo esto fue una evolución que fue desde una verdad hacia una religión falsa: el orgullo y el miedo al juicio en lugar de la humildad y la bondad hacia los demás.

Bajo ese contexto, Jesús les dijo a las multitudes de judíos que lo seguían que no juzgaran injustamente a los demás para que ellos no fueran juzgados injustamente también. Jesús está hablando aquí del hecho de tener una actitud arrogante, hasta el punto de ocupar el lugar de Dios. La falta de humildad y de gracia en la forma en que percibimos a los demás nos lleva a suponer injustamente que lo que algunas personas están haciendo está mal. Juzgar de esta manera es asumir que tenemos un tipo de autoridad sobre los demás que Dios en realidad no nos ha dado. Al final, Dios acabará juzgando a los que juzgan de esta manera.

Al mismo tiempo, esto no quiere decir que el pueblo de Dios nunca deba discernir entre el bien y el mal. Tal y como Jesús lo dice, claro como el agua, Jesús enseña en Juan 7:24 que Sus seguidores deben tener cuidado a la hora de enjuiciar a los demás, y no deben dejarse llevar por las apariencias externas. Además, Dios a menudo les da a los cristianos la responsabilidad de juzgar la verdad y la falsedad (Gálatas 1:8–9; Filipenses 3:2; 1 Juan 4:1) y responsabilizar a los demás cristianos y cristianas por los pecados que pudieran haber cometido (1 Corintios 5:5).

Lo que se condena aquí es la superficialidad y la hipocresía: juzgar a otros creyentes como si uno en realidad fuera Dios. Este tipo de condena se prohíbe tajantemente a lo largo de la Biblia (Romanos 14:10–13; Santiago 4:11–12).
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