¿Qué significa Mateo 7:8?

En el versículo anterior, Jesús les dijo a Sus oyentes que pidieran, buscaran y llamaran, con la promesa de que cada acción sería recompensada (Mateo 7:7). Durante los versículos siguientes, Jesús dejó claro que con esto se estaba refiriendo a la oración: pedirle al Padre, buscar al Padre, y llamar simbólicamente a la puerta del Padre. Algunos comentaristas sugieren que estas tres acciones juntas implican la existencia de algún tipo de proceso o progresión. Primero se "pide" algo una vez, "buscar" se puede referir a ser un poco más persistente, y "llamar a la puerta" representa el hecho de persistir continuamente en nuestras peticiones.

En este versículo, Jesús hace una promesa de nuevo. Todo el que le pregunta a Dios recibe una respuesta. Todo el que lo busca lo encuentra. La puerta se les abre a todos los que llaman. Al incluirnos a todos nosotros, Jesús nos demuestra que Dios responde a la oración de todo el mundo, y su respuesta no depende de la bondad del que ora, sino de la bondad de Dios, ya que ninguno de nosotros somos buenos. Dios lo sabe. Jesús nos demuestra que su Padre no sólo responde a las oraciones de aquellos y aquellas que son superreligiosos, tales como los fariseos (Mateo 5:20), sino que Él también les responde a los que le piden cosas, lo buscan, y llaman a Su puerta.

Este sentido universal de la manera en que Dios responde a nuestras oraciones es especialmente importante cuando se analiza dentro del contexto de la Gran Comisión (Mateo 28:19). La Biblia nos explica que, en cada una de nuestras vidas, hay suficiente evidencia de que Dios está ahí para que todos y todas nos concentremos en buscarlo (Romanos 1:20; Salmo 19:1). Aquellos y aquellas que quieren encontrar a Dios reaccionan al ver esa evidencia buscándolo, y de hecho acaban encontrándolo.

Dios responde a todas las oraciones a través de la realidad de Jesús. Juan lo dice de esta manera: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí" (Juan 14:6). Por lo tanto, lo que le pedimos al Padre es razonable gracias a eso mismo, a que lo podemos considerar como nuestra Padre. Cuando "pedimos, buscamos y llamamos" humildemente y con la voluntad de Dios como nuestro principal objetivo, Dios nos escucha (Mateo 6: 9–13)