Capítulo
Verso

Mateo 8:16

LBLA Y al atardecer, le trajeron muchos endemoniados ; y expulsó a los espíritus con su palabra, y sanó a todos los que estaban enfermos,
NBLA Y al atardecer, Le trajeron muchos endemoniados; y expulsó a los espíritus con Su palabra, y sanó a todos los que estaban enfermos,
NVI Al atardecer, le llevaron muchos endemoniados, y con una sola palabra expulsó a los espíritus, y sanó a todos los enfermos.
RV1960 Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos;
JBS Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y echó de ellos los demonios con la palabra, y sanó a todos los enfermos;

¿Qué significa Mateo 8:16?

Jesús acaba de curar a la suegra de Pedro de una fiebre (Mateo 8:14–15). A continuación, Pedro les abrió su casa a otras personas para pasar la noche que necesitaban curarse o que estaban siendo oprimidos por demonios. Jesús les sirvió a todos, expulsando demonios con una sola palabra y sanando de cualquier enfermedad que tuvieran a todos los que se lo pedían.

La posesión u opresión demoníaca parece haber sido más común durante este tiempo en la historia del mundo. Esto nos da más detalles de la astucia y la estrategia de Satanás. En esa cultura no se debatía la existencia de los demonios. En realidad, no había ninguna razón para que el Diablo ocultara sus acciones. Por lo tanto, los demonios afligían a los seres humanos en muchas comunidades para que todos lo vieran. En muchas culturas modernas, a medida que se ha desvanecido la creencia en los demonios, parece que Satanás ha considerado que es mejor permanecer más oculto por alguna razón.

Este versículo también muestra que no todas las enfermedades provienen de la opresión demoníaca, sino que claramente se distinguen dos categorías separadas.

El hecho de que Jesús fuera capaz de expulsar demonios con una sola palabra era algo impresionante y demostraba la autoridad que tenía sobre el mundo sobrenatural. En aquella época, algunas personas hacían las veces de exorcistas, y algunos incluso conseguían hacer algo para aliviar un poco el problema. Estas personas usaban algo parecido a los encantamientos mágicos, otros intentaban que varios demonios se enfrentaran entre ellos para que así se deshicieran los unos de los otros. En cambio, Jesús simplemente les ordenaba que se fueran. Por lo tanto, los demonios claramente reconocían quién era y la autoridad que tenía e inmediatamente se iban de donde estuviesen (Mateo 8:8–9).
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