¿Qué significa Mateo 8:29?
Jesús y Sus discípulos han navegado a través del Mar de Galilea, desembarcando en la costa sureste (Mateo 8:18). Llegaron a una región gentil donde Jesús ha sido abordado por dos hombres endemoniados que salieron de unas tumbas (Mateo 8:28). Ahora nos queda claro que los demonios reconocieron a Jesús.Las preguntas que los demonios le hicieron a Jesús nos revelan varias cosas. Primero, los demonios se refieren a Jesús como el Hijo de Dios. Los demonios son ángeles caídos, aquellos que se unieron a Satanás en su rebelión contra Dios. Jesús, siendo el Hijo eterno de Dios, habría conocido a estos seres desde que fueron creados como ángeles. A su vez, estos demonios lo habrían conocido como Aquel que tiene poder y autoridad sobre todas las cosas. Por lo tanto, las preguntas que le hicieron nos confirman que Jesús es el Hijo de Dios.
Segundo, los demonios reconocen que Jesús finalmente tendrá la responsabilidad de enjuiciarlos con algún tipo de tormento. De hecho, lo ven como el juez y el ejecutor del juicio, y saben que serán declarados culpables y serán atormentados debido a ello.
Tercero, los demonios saben que aún no había llegado el momento de su juicio final. Ellos tampoco parecen entender el propósito de la misión que Jesús tenía en la tierra en ese momento; quizás no sabían que habría una primera y una segunda venida a la tierra del Hijo de Dios.
Mateo 8:28–34 describe lo que sucedió cuando Jesús llegó al otro lado del Mar de Galilea, la cual era una región mayoritariamente gentil. Inmediatamente se enfrentó a dos hombres que estaban poseídos por demonios que vivían en tumbas. Los demonios reconocieron que Jesús era el Hijo de Dios y le preguntaron si había venido a atormentarlos. DespuÉs le suplicaron a Jesús que les permitiera entrar en una enorme manada de cerdos que se veía a lo lejos. Jesús se lo permitió y los cerdos inmediatamente comenzaron a correr directamente hacia el mar y se ahogaron. Los hombres fueron liberados de los demonios, pero finalmente, la gente de la región le pidió a Jesús que se fuera.
Mateo comparte una serie de historias que nos revelan la autoridad que Jesús tenía y tiene sobre las enfermedades, los demonios e incluso el clima. Jesús sana a un hombre humilde con lepra que tenía mucha fe. Luego sana al criado de un centurión romano que creía que Jesús no necesitaba ir a su casa para sanarlo, sino que Jesús solo necesitaba decirlo y así ocurriría. Jesús alaba la asombrosa fe de este hombre gentil. DespuÉs de sanar a muchos más, Jesús y los discípulos se quedan atrapados en una tormenta casi mortal en el Mar de Galilea. Jesús detiene la tormenta con una sola frase. Más tarde, Jesús expulsa algunos demonios de dos hombres y de una gran manada de cerdos.