Capítulo
Verso

Mateo 8:9

LBLA Porque yo también soy hombre bajo autoridad, con soldados a mis órdenes ; y digo a éste: “Ve”, y va; y al otro: “Ven”, y viene; y a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace.
NBLA Porque yo también soy hombre bajo autoridad, con soldados a mis órdenes; y digo a éste: ‘Ve,’ y va; y al otro: ‘Ven,’ y viene; y a mi siervo: ‘Haz esto,’ y lo hace.”
NVI Porque yo mismo soy un hombre sujeto a órdenes superiores, y además tengo soldados bajo mi autoridad. Le digo a uno: “Ve”, y va, y al otro: “Ven”, y viene. Le digo a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace.
RV1960 Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.
JBS Porque también yo soy hombre bajo potestad, y tengo debajo de mi potestad soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.

¿Qué significa Mateo 8:9?

Jesús estaba listo y dispuesto a entrar en la casa del centurión romano para sanar a su criado (Mateo 8:5–7). El centurión, sin embargo, se opuso a esto. Dijo que no era digno de que Jesús entrara en su casa (Mateo 8:8). El centurión respetaba al pueblo judío (Lucas 7:5) y probablemente sabía que sus costumbres les prohibían entrar en la casa de los gentiles (personas que no eran judíos). Sin embargo, tal y como nos muestra este versículo, el centurión también sabía que Jesús era un hombre que tenía una conexión especial con Dios.

El centurión ha dicho que Jesús podía sanar a su criado con solo pronunciar una palabra. Ahora, nos explica el por qué. Este centurión entendía perfectamente el principio de autoridad que impulsaba al ejército romano. Él mismo estaba bajo la autoridad de sus superiores, y al mismo tiempo tenía autoridad sobre todos los soldados que estaban bajo su mando. Este centurión podía lograr cualquier cosa con solo decirle a alguien "ve", "ven", "haz esto". Sus soldados cumplían inmediatamente Su voluntad sin necesidad de que el centurión estuviera presente con ellos. Por lo tanto, este hombre respetaba y reconocía a las personas que tenían autoridad.

En resumen, el centurión reconoció que Jesús tenía autoridad sobre el mundo natural. El centurión vio que las curaciones de Jesús eran muy diferentes a las artimañas que los paganos de su época ponían en práctica para "sanar" a las personas: ofrecían sacrificios, hacían rituales y, a veces, se volvían locos tratando de convencer a sus dioses de que hicieran lo que les estaban pidiendo. Ellos creían que sus dioses tenían algún tipo de autoridad e intentaban ganarse su favor. Jesús, sin embargo, solo necesitaba decir una palabra, y esa palabra se cumplía. Jesús era y es el que tiene verdadera autoridad.

Tal y como Jesús nos mostrará en los siguientes versículos, esta era la conclusión a la que el pueblo judío debería haber llegado al ver Sus milagros. Este era el tipo de fe que deberían haberle mostrado.
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