¿Qué significa Mateo 9:12?
Jesús ha llamado a Mateo para que lo siguiera y se convirtiera en uno de sus principales discípulos (Mateo 9:9). Mateo era recaudador de impuestos, una de las personas más despreciadas de Israel. Los recaudadores de impuestos eran hombres judíos que recaudaban el dinero de otros israelitas y les entregaban la mayor parte de ese dinero a los ocupantes romanos. El resto se lo podían quedar ellos como pago por sus servicios según la orden del gobierno romano. La mayoría de los judíos veían a los recaudadores de impuestos como traidores codiciosos. Entonces, habría sido algo escandaloso en esa cultura que un hombre justo como Jesús invitara a un recaudador de impuestos a convertirse en Su discípulo.Peor aún, Mateo organizó una cena en su casa con sus amigos (Mateo 9:10). Sus amigos también eran recaudadores de impuestos y "pecadores". La expresión "pecadores" se refiere a aquellas personas que no eran bienvenidas en la sociedad religiosa judía porque no seguían las reglas de los fariseos o, en algunos casos, la ley misma. Eso no quiere decir que fueran inocentes y nunca llegaran a cometer ningún pecado: sus acciones fueron definitivamente inmorales, pero en esa cultura las personas los señalaban abiertamente como pecadores continuamente.
Entonces, los fariseos comenzaron a acusar a Jesús debido a su desconcierto, y les preguntaron a los discípulos de Jesús la razón por la que comía con estas personas, algo que ellos mismos nunca harían (Mateo 9:11). Ahora Jesús les responde de tal manera que explica lo que Jesús mismo pensaba sobre la situación, y al mismo tiempo puso en entredicho el desconcierto de los fariseos.
Las personas sanas no necesitan un médico, dice Jesús. Los enfermos sí. Jesús no estaba diciendo que los fariseos estuvieran sanos, sino que ellos mismos creían que lo estaban. Jesús les dijo que estaba allí para ayudar a las personas que sabían que estaban enfermas. Espiritualmente hablando, estas personas sabían que necesitaban ayuda. Por lo tanto, estaban abiertos a la verdad: que necesitaban salvación. Tal y como dice Jesús durante el sermón del monte: eran "pobres en espíritu" (Mateo 5:3).
De esta afirmación surgen dos aplicaciones muy importantes. Primero, el propósito de las buenas obras y el evangelismo es alcanzar a aquellos que están perdidos (Mateo 5:11–16). Los cristianos no están llamados a atrincherarse para evitar a las personas a los que los demás consideran "pecadores". Por supuesto, es importante cuidar las amistades y las personas con las que nos asociamos (Salmo 1:1; 1 Corintios 15:33). Sin embargo, los creyentes no pueden vivir el amor de Cristo sin estar en contacto con personas que estén perdidas (1 Corintios 5:9–10). Las personas e iglesias que desprecian a los pecadores son como médicos u hospitales que se niegan a asociarse con personas enfermas.
En segundo lugar, Jesús no toleraba las malas decisiones de las personas con las que pasaba tiempo. De hecho, mostrar amor y bondad no requiere ni implica el hecho de tener que apoyar todo lo que la otra persona hace o cree. Cristo se estaba presentando a Sí mismo como la única forma que hay para alcanzar el perdón y la redención. Jesús les estaba mostrando el verdadero rostro de Dios, el cual está lleno de amor y compasión.