Capítulo
Verso

Mateo 9:18

LBLA Mientras les decía estas cosas, he aquí, vino un oficial de la sinagoga y se postró delante de El, diciendo: Mi hija acaba de morir; pero ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá.
NBLA Mientras Jesús les decía estas cosas, vino un oficial de la sinagoga y se postró delante de El, diciendo: “Mi hija acaba de morir; pero ven y pon Tu mano sobre ella, y vivirá.”
NVI Mientras él les decía esto, un dirigente judío llegó, se arrodilló delante de él y le dijo: ?Mi hija acaba de morir. Pero ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá.
RV1960 Mientras él les decía estas cosas, vino un hombre principal y se postró ante él, diciendo: Mi hija acaba de morir; mas ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá.
JBS Hablando él estas cosas a ellos, he aquí vino un principal, y le adoró, diciendo: Mi hija acaba de morir; mas ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá.

¿Qué significa Mateo 9:18?

Mateo, Marcos y Lucas mencionan este mismo incidente en sus evangelios. Mateo frecuentemente omite algunos detalles y no agrupa las historias en orden cronológico necesariamente. En cambio, organiza las historias en bloques temáticos, para que se ajusten a temas particulares.

El magistrado que se arrodilló ante Jesús para rogarle a Jesús que curara a su hija era un hombre llamado Jairo, un gobernante de la sinagoga judía (Marcos 5:22). Mateo también nos describe que el hombre le dijo a Jesús que su hija ya estaba muerta. Lucas, sin embargo, dice que su hija de 12 años estaba muriéndose (Lucas 8:42). Cuando Jesús llegó a la casa de Jairo, la niña había muerto. Lo más probable es que durante el intercambio llegaran mensajeros para hacerle saber acerca de la triste noticia de que la niña había fallecido.

Al igual que el centurión romano que le pidió a Jesús que sanara a su siervo paralítico (Mateo 8:5–13), este gobernante de la sinagoga también se humilló y mostró mucha fe en el poder que Jesús tiene para sanar a las personas. A diferencia de la mayoría de los otros líderes religiosos judíos, Jairo no quería juzgar ni acusar a Jesús: simplemente creía en el poder de Jesús para sanar y deseaba que su hija viviera.

Sin embargo, hay una gran diferencia entre Jairo y el centurión. El centurión sabía que Jesús podía curar a su siervo con solo decir una palabra sin tener que estar cerca del enfermo. Jairo, al parecer, estaba convencido de que Jesús tenía que poner Su mano sobre la niña para que ella se curara.
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