¿Qué significa Mateo capitulo 9?
En el capítulo 9, Mateo continúa contando las historias de Jesús sanando y expulsando demonios e incluso resucitando a los muertos. Cada una de estas historias nos demuestra que él era verdaderamente el Mesías, el Hijo de Dios. Jesús enfatizó repetidamente que tener fe en él era clave para que la gente pudiera llegar a sanarse.Entonces, los amigos de un paralítico se llevaron a su amigo paralítico para que Jesús lo sanara. Este relato también aparece en el evangelio de Marcos (Marcos 2:1–12). Jesús comienza diciéndole al hombre que sus pecados le fueron perdonados. Algunos escribas que estaban allí presentes acusaron a Jesús de haber blasfemado por pretender haber hecho algo que solo Dios puede hacer: perdonar los pecados. Jesús demostró que él tenía la autoridad de Dios para perdonar los pecados demostrando que él tenía la autoridad para sanar a ese hombre. Todo esto generó cierto temor, pero la multitud también comenzó a alabar a Dios en ese mismo momento (Mateo 9:1–8).
Jesús llamó a otro de los doce discípulos cuando vio a Mateo sentado en un banco trabajando como recaudador de impuestos. Los hombres con el trabajo de Mateo trabajaban para el gobierno romano cobrándoles impuestos a sus compatriotas israelitas. Muchos eran corruptos y mucha gente los odiaba. La gente común de Israel veía a los recaudadores de impuestos como traidores inmorales. Cristo le dijo a Mateo que lo siguiera. Mateo dejó atrás su puesto y se convirtió en un discípulo de Jesús. Poco después de esto, Jesús y los otros discípulos compartieron una cena en la casa de Mateo con los amigos de Mateo, quienes también era recaudadores de impuestos y "pecadores" (Mateo 9:9–10).
Los fariseos les preguntaron a los discípulos de Jesús por qué comía Jesús con esa gente. En sus mentes, las personas justas no deberían asociarse, de ninguna manera, con personas que fueran inmorales. Jesús les dio una respuesta simbólica, haciendo una analogía acerca de la medicina. Jesús dijo que los "pecadores" son las mismas personas a quienes el pueblo de Dios debería ministrar, así como los enfermos son aquellos a quienes un médico debía curar. Cristo también estaba diciendo que aquellos que no creían estar enfermos, como los fariseos, quienes se estaban engañando a sí mismos, no formaban parte de Su misión. Jesús les ordenó a Sus críticos que aprendieran acerca de lo que significaban las Escrituras cuando Dios dijo que deseaba misericordia y no sacrificio, citando unos versículos del libro de Oseas (Mateo 9:11–13).
Los discípulos de Juan el Bautista preguntaron entonces por qué los discípulos de Jesús no ayunaban tal y como lo hacía ellos y los fariseos. Esta pregunta no se hizo con malas intenciones. Jesús respondió compartiendo tres ilustraciones. Primero, ¿por qué llorarían los invitados a la boda cuando el novio estuviera con ellos? En lugar de eso, los invitados ayunan cuando el novio se va. A continuación, Jesús dice que no se debe hacer un remiendo nuevo en un vestido viejo, ni poner vino nuevo en odres viejos. Las viejas formas de pensar y actuar, a las que Israel se había acostumbrado, no estaban destinadas a combinarse con el nuevo y mejor entendimiento que Cristo estaba trayendo al mundo (Mateo 9: 14–17).
Mientras se llevó a cabo esta conversación, un hombre vino a ver a Jesús, desencadenando una serie de cuatro milagros de curación sorprendentes. Este hombre era un gobernante en la sinagoga cuya hija acababa de morir. En el capítulo 5 de Marcos y el capítulo 8 de Lucas, se puede leer esta historia también. El hombre dijo que, si Jesús fuera y pusiera Su mano sobre la niña, ella viviría. Mientras Jesús y los discípulos iban de camino a la casa del hombre, una mujer que había sufrido durante 12 años con un flujo de sangre tocó el borde del manto de Jesús y fue sanada instantáneamente. Jesús le dijo que su fe la había sanado (Mateo 9:18–22).
Jesús y la compañía finalmente llegaron a la casa del gobernante de la sinagoga cuya hija había muerto. En ese momento ya habían llegado los dolientes profesionales para tocar instrumentos y llorar en voz alta. Sin embargo, se rieron cuando Jesús les dijo que se fueran porque la niña no estaba muerta, sino que solo estaba durmiendo. Entonces, Jesús tomó la mano de la niña y ella se puso de pie (Mateo 9:23–26).
Mientras Jesús estaba de regreso después de hacer algo tan increíble, dos ciegos en la multitud comenzaron a gritar expresando fe en el poder de curación que tenía Jesús, así como su opinión de que él era el Mesías. Cuando Jesús llegó a la casa, los ciegos entraron y los sanó, después de preguntarles si creían que él podía hacerlo. A pesar de las instrucciones que les dio Jesús, los hombres comenzaron a contarle a todo el mundo lo que les había sucedido (Mateo 9:27–31).
Mientras los ciegos se fueron yendo, un hombre oprimido por un demonio se presentó delante de Jesús. El demonio hacía que el hombre no pudiera hablar. Jesús expulsó al demonio y el hombre comenzó a hablar. La multitud que había alrededor de Jesús se maravilló al ver esto. Los fariseos, sin embargo, dijeron que Jesús estaba expulsando demonios con el poder de Satanás. Los líderes religiosos odiaban a Jesús hasta el punto en el que no les importaban los milagros que Jesús estaba haciendo (Mateo 9:32–34).
Finalmente, Jesús vio la creciente multitud de personas que habían venido a verlo. Jesús tuvo compasión por ellos. Mateo dice que la gente era como una oveja perdida, lo cual hace referencia a los comentarios que Jesús hizo en otros lugares acerca de ser un "Buen Pastor", en comparación con los líderes religiosos quienes fracasaron en su misión de cuidar a Israel (Juan 10:11–13). Jesús les ordenó a Sus seguidores que oraran fervientemente para que el Señor enviara obreros para recoger la cosecha, la cual era muy abundante (Mateo 9:35–38).