Verso

Proverbios 10:15

LBLA La fortuna del rico es su fortaleza, la ruina de los pobres es su pobreza.
NBLA La fortuna del rico es su fortaleza, La ruina de los pobres es su pobreza.
NVI La riqueza del rico es su baluarte; la pobreza del pobre es su ruina.
RV1960 Las riquezas del rico son su ciudad fortificada; Y el desmayo de los pobres es su pobreza.
JBS Las riquezas del rico son su ciudad fuerte; y el desmayo de los pobres es su pobreza.

¿Qué significa Proverbios 10:15?

Las Escrituras no niegan el hecho de que la riqueza del mundo tenga valor, pero sí nos deja claro que su valor es temporal y no podemos confiar en él para siempre. Las Escrituras tampoco ignoran las dificultades por las que pasan los más necesitados. Al mismo tiempo, no valoran a las personas de acuerdo con la cantidad de dinero que tengan en su cuenta bancaria (Mateo 6:19–24). Aquí, tal y como ocurre con muchos de los otros proverbios, el comentario que hace Salomón es simplemente un reconocimiento de algo que es real de una manera obvia. A veces se dice que, para ganar dinero, uno necesita gastar dinero. El "ciclo de la pobreza" es difícil de romperse: cuando una persona es pobre, lo tiene más difícil para escaparse de ella.

La fortuna de una persona rica le puede proporcionar un cierto nivel de seguridad. Por ejemplo, si ocurre una tragedia y su casa se derrumba, esa persona tiene los recursos necesarios como para reconstruirla. Si un enemigo lo amenaza, tiene recursos para defenderse. La pobreza no les permite a las personas defenderse y lo tienen más difícil a la hora de salir adelante. El dinero no es lo más importante, por supuesto, pero sí está claro que ser pobre hace que las cosas se vuelvan más difíciles.

La Biblia nos hace una advertencia acerca de confiar en las riquezas en lugar de confiar en Dios. Pablo le dio a Timoteo la responsabilidad de decirle a los ricos que no sean "…altivos, ni pongan su esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos" (1 Timoteo 6:17). Ser rico no está mal. De hecho, José de Arimatea era un hombre rico, pero le demostró valientemente su lealtad a Jesús al proporcionarle una tumba para Su entierro (véase Lucas 23:50–53). Sin embargo, cuando la riqueza nos controla perdemos el rumbo y el control de nuestras vidas, justamente lo contrario de lo que nos podríamos esperar al tener dinero.
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