Verso

Proverbios 10:19

LBLA En las muchas palabras, la transgresión es inevitable, mas el que refrena sus labios es prudente.
NBLA En las muchas palabras, la transgresión es inevitable, Pero el que refrena sus labios es prudente.
NVI El que mucho habla, mucho yerra; el que es sabio refrena su lengua.
RV1960 En las muchas palabras no falta pecado; Mas el que refrena sus labios es prudente.
JBS En las muchas palabras no falta rebelión; mas el que refrena sus labios es prudente.

¿Qué significa Proverbios 10:19?

Según Salomón, hablar sin control nos conduce hacia el pecado. Esto no debe entenderse en un sentido literal rígido. Más bien, la idea aquí es que una persona sabia sabe cuándo dejar de hablar. De hecho, en caso de duda, es mejor no hablar que decir algo de lo que luego podríamos arrepentirnos. En las Escrituras se nos dan muchos consejos acerca de la importancia que tiene el hecho de controlar lo que decimos. En español decimos que a veces es mejor "morderse la lengua", incluso aunque nos duela.

El apóstol Santiago nos ofrece un buen consejo al respecto: "por eso, amados hermanos míos, todos ustedes deben estar dispuestos a oír, pero ser lentos para hablar y para enojarse," (Santiago 1:19). Santiago dice que la lengua es pequeña pero muy poderosa (Santiago 3:5). Él la describe además como si fuera "un fuego,… un mundo de maldad" (Santiago 3:6), "pero nadie puede domesticar a la lengua. Ésta es un mal indómito, que rebosa de veneno mortal" (Santiago 3:8). Las personas sabias, por lo tanto, saben cuándo deben y no deben hablar. Santiago también se burla de las personas que usan la lengua para exponer su hipocresía, diciendo: "con la lengua bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los seres humanos, que han sido creados a imagen de Dios. De la misma boca salen bendiciones y maldiciones. Hermanos míos, ¡esto no puede seguir así!" (Santiago 3:9–10).

Pablo les pide a los creyentes de Éfeso que eviten pecar con la lengua: "no pronuncien ustedes ninguna palabra obscena, sino sólo aquellas que contribuyan a la necesaria edificación y que sean de bendición para los oyentes" (Efesios 4:29).

Es importante recordar que nuestras palabras no vienen de la nada. Tal y como lo dijo Cristo (Mateo 15:18–19), lo que una persona dice viene de su propio corazón, mente y espíritu (Lucas 6:45). Es mejor guardarse las malas palabras que compartirlas, pero tales pensamientos aún siguen reflejando el hecho de que existe un problema espiritual en nuestra conciencia (Proverbios 10:20).
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