¿Qué significa Proverbios 13:11?

En este versículo, Salomón habla sobre la diferencia que hay entre la riqueza que se adquiere repentinamente y la riqueza que uno se gana lenta pero honestamente. En ese versículo se está hablando tanto del dinero que se gana debido a la avaricia o a través de la mentira, como del que se gana de una manera rápida. Las personas que buscan enriquecerse sin ser honestos, aprovechándose de los demás o haciendo planes para hacerles daño, al final se quedan sin dinero tan rápido como ganaron ese mismo dinero.

En la actualidad, existe lo que se llama la "maldición de la lotería". Hay muchas personas que juegan a la lotería y ponen todas sus esperanzas en ella. Lamentablemente, muchas de las personas que ganan el "gran premio" de la lotería acaban estando peor de lo que lo estaban antes de ganarse ese dinero. Debido a que no hicieron nada para ganarse ese dinero, no saben cómo usarlo, protegerlo o administrarlo con sabiduría.

El otro tipo de riqueza de la que se habla aquí es el tipo de riqueza que se gana de pronto, el tipo de riqueza que uno se podría ganar deshonestamente, a través de un robo, una estafa, engaños o de alguna otra manera deshonesta. Acán se hizo rico a través de medios que fueron muy deshonestos. El Señor le dijo al pueblo de Israel que no se llevara nada del pueblo de Jericó porque todos los materiales fueron consagrados para el Señor (Josué 6:17–19), pero Acán se llevó un hermoso manto, 200 siclos de plata y un lingote de oro de 50 siclos, y los escondió en la tierra dentro de su tienda (Josué 7:21). Sin embargo, al final lo perdió todo tan rápido como lo había ganado. Cuando descubrieron el pecado que habían cometido, el pueblo de Israel lo mató apedreándolo (Josué 7:24–25). Por lo tanto, es mucho mejor enriquecerse poco a poco y de una manera honrada, tal y como lo señala Salomón aquí.

La eternidad también nos ayuda a entender la importancia que tiene y que no tiene la riqueza que podemos adquirir en esta vida. Toda riqueza del mundo al final se queda atrás cuando morimos (Proverbios 11:7; Lucas 12:16–21; 1 Corintios 3:15). Las recompensas espirituales que se ganan con el paso del tiempo mientras servimos a Dios son las únicas recompensas que durarán para siempre (Mateo 6:19–20; 10:42).