¿Qué significa Proverbios 14:26?

Reverenciar al Señor produce una confianza interna que no tiene límites, ya que ni las circunstancias personales difíciles ni los eventos mundiales más alarmantes pueden desequilibrar la seguridad que los creyentes encuentran en Dios. La palabra "temor" implica respeto y reverencia; si bien también incluye la idea del susto o una alarma, no se refiere a tener miedo, pánico o terror (Proverbios 1:7). Moisés nos ayuda a entender la diferencia que hay entre esas dos ideas en Éxodo 20:20, donde le dice a la gente "no tengan miedo", y luego los anima a mostrar un "temor" reverente hacia Dios, el mismo temor reverente del que se habla en proverbios como este.

Cuando los creyentes temen a Dios y a Su verdad con reverencia, evitan mucho más las consecuencias del pecado en esta vida terrenal (Proverbios 12:28; 13:13–14; 14:27), y tienen esperanza de todos los errores y los sufrimientos acabarán despareciendo en la eternidad (Proverbios 10:29–30; Apocalipsis 20:11–15). En Romanos 8:28 el apóstol Pablo escribe "ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, es decir, de los que él ha llamado de acuerdo a su propósito". Después de eso, Pablo enumera una lista de las cosas que no pueden separarnos del amor de Dios, dentro de la que se nos habla sobre las tribulaciones, las angustias, persecuciones, el hambre, la desnudez, los peligro y las armas (Romanos 8:31–39). Además de tener esta seguridad, la Biblia nos anima a no tenerle miedo a nada. Debido a que sabemos que Dios se preocupa por nosotros, los creyentes deben compartir todas sus ansiedades con Él (1 Pedro 5:7).

Además, los hijos de las personas que reverencian al Señor disfrutan de la protección del Señor. Las Escrituras nos dicen que cada persona será juzgada por sus propias acciones (Ezequiel 18:4, 20). Sin embargo, los hijos que siguen los pasos de sus padres saben el tipo de juicio que recibirán si siguen a sus padres (Deuteronomio 5:9–10; 6:4–9). Los padres que temen y reverencia a Dios influyen a sus hijos de una manera positiva, y normalmente ellos también acaban reverenciando a Dios (Proverbios 22:6; Efesios 6:1–4). Al hacerlo, esos niños acaban teniendo la misma confianza que tienen sus padres, y saben que el Señor lo tiene todo bajo control.