¿Qué significa Proverbios 18:17?
Salomón fue un rey muy sabio. En este versículo, habla sobre la importancia de ser diligente a la hora de hacer las cosas bien. Una persona necesita escuchar a todas las partes de un caso antes tomar una decisión al respecto. En realidad, la mayoría de las acusaciones parecen ser factibles hasta el momento en el que decidimos analizarlas. Lo que nos podría parecer obvio al principio, puede desmoronarse una vez que lo examinamos más de cerca. Por supuesto, también podría ser que acabara siendo verdad. Este principio es extremadamente importante, no solo en la vida diaria, sino también para los asuntos espirituales de la vida. La Biblia no solo apoya el hecho de que tengamos un escepticismo cauteloso (Hechos 17:11), sino que ordena que lo tengamos (2 Corintios 13:5; 1 Juan 4:1; Gálatas 1:8).Nuestra diaria está llena de ejemplos que dan fe de la sabiduría de este proverbio. Los amigos, los vecinos o los compañeros de trabajo pueden acusarse los unos contra los otros, centrándose en comunicar su parte de la historia. Sin embargo, se necesita escuchar a las personas que están involucradas, o al menos conocer todo lo que en realidad ha pasado, antes de intentar declarar quién podría o no podría estar diciendo la verdad. En el caso de los miembros de la iglesia que se pelean entre ellos, también se debe tener el mismo nivel de discernimiento. Un miembro de la iglesia puede quejarse con el pastor acerca de otro miembro, pero el pastor debe escuchar al acusado antes de sacar una conclusión. Una persona puede ser muy persuasiva hasta que su acusador cuenta su versión de la historia.
Salomón puso en práctica un método bastante creativo para saber la verdad de un caso. Una vez, hubo dos mujeres que decían ser la madre del mismo niño. Salomó dijo que cortaran al bebé por la mitad y le dieran una de las dos partes a las dos mujeres, y eso causó que la mujer que era la verdadera madre le cediera el bebé a la otra mujer. Después de "examinar" el caso de las dos mujeres, le quedó muy claro quién era la verdadera madre del bebé (1 Reyes 3:16–27).