¿Qué significa Proverbios 19:19?
Entre las peores cosas que vienen de tener un temperamento descontrolado está la tendencia a cometer los mismos errores una y otra vez. Ser irascible significa tener una falta de autocontrol, y esas personas son propensas a tomar el mismo tipo de decisiones cuando están bajo presión. Proverbios nos advierte repetidamente que un temperamento descontrolado puede ser muy peligroso (Proverbios 14:17, 29; 15:18; 17:27; 19:11). Ese peligro se extiende también hacia los demás. Las Escrituras dicen que es mejor evitar pasar tiempo con personas que no saben controlar sus emociones (Proverbios 22:24).Otra manera de entender este versículo es saber cómo lidiar con las lecciones difíciles. A veces, las personas necesitan sufrir las consecuencias naturales de sus acciones para aprender de ellas. Esto es especialmente cierto en el caso de los niños, quienes nunca aprenden si sus padres continuamente los sacan de sus problemas. Los versículos que vienen inmediatamente antes y después proverbio (Proverbios 19:18, 20) hablan sobre el valor que tienen tanto la disciplina como el aprendizaje. Cuando no dejamos que los niños sufran las consecuencias de sus acciones, tienden a creer que la vida será igual cuando sean adultos.
La historia y la cultura moderna están llenas de historias sobre gente que no supieron controlar sus emociones. Muchos son disciplinados, pero pocos aprenden de sus errores. Por supuesto, algunos hombres y mujeres sí que aprenden de sus errores. Cuando salen de prisión, o superan lo que les ha pasado, comienzan a vivir de una manera diferente para así poder vivir mejor.
Cuando una persona se enoja fácilmente y se mete en problemas continuamente no tiene el derecho de culpar nadie por sus problemas o los problemas que les causa a los demás, ya que el problema viene de esa persona; esa persona es el común denominador de todo lo que está ocurriendo. Jeremías 17:9 dice que nuestro corazón está desesperadamente enfermo. El corazón no se puede cambiar haciendo cosas superficiales, sino que la regeneración espiritual, nacer de nuevo (Juan 3:3), es lo único que puede renovar todas las cosas (Jeremías 31:31–33; 2 Corintios 5:17).
