Verso

Proverbios 19:3

LBLA La insensatez del hombre pervierte su camino, y su corazón se irrita contra el SEÑOR.
NBLA La insensatez del hombre pervierte su camino, Y su corazón se irrita contra el SEÑOR.
NVI La necedad del hombre le hace perder el rumbo, y para colmo su corazón se irrita contra el SEÑOR.
RV1960 La insensatez del hombre tuerce su camino, Y luego contra Jehová se irrita su corazón.
JBS La locura del hombre tuerce su camino; y contra el SEÑOR se aíra su corazón.

¿Qué significa Proverbios 19:3?

El hecho de que haya un porqué para el sufrimiento de una persona no borra el sufrimiento en sí; incluso las personas que se causan dolor a sí mismos siguen sufriendo. Tener la culpa de algo no hace que nuestras dificultades se vuelvan menos difíciles. Por supuesto, no todo el sufrimiento es autoinfligido (Juan 16:33; 1 Pedro 3:17). Sin embargo, está claro que tendemos a culpar a los demás de nuestras propias elecciones. La humanidad tiene la trágica costumbre de ignorar la razón y los consejos de los demás y de culpar a Dios cuando las cosas no ocurren como nosotros queremos que ocurran. La gente pregunta: "¿por qué Dios me hizo esto?" sin darse cuenta de que ellos mismos son los culpables de las cosas que les ocurren.

En el contexto bíblico, la palabra "necio" se refiere a una persona que ignora la sabiduría y las instrucciones de Dios (Proverbios 1:7; 3:1–8). Muchas de los proverbios de este libro nos hacen advertencias sobre los peligros de la necedad (Proverbios 3:35; 10:8, 10, 21; 13:13; 14:16; 16:18). Muchos "necios" culpan a Dios cuando las cosas no pasan como ellos quieren que pasen.

Ante la inminente invasión de Israel, Isaías 8:21 dice: "y pasarán por la tierra fatigados y hambrientos. Y cuando tengan hambre, se enojarán y, de cara al cielo, maldecirán a su rey y a su Dios".

Algo similar ocurrirá durante la tribulación: cuando Dios juzgue el reino de la bestia. En lugar de arrepentirse de sus malos caminos, los seguidores de la bestia culparán a Dios por todos los problemas que tendrán. Apocalipsis 16:8–11 dice: " el cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, con lo que se le permitió quemar con fuego al género humano. Y hombres y mujeres se quemaron con ese gran calor, pero en vez de arrepentirse y dar gloria al nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, blasfemaron contra él. El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia, y su reino se cubrió de tinieblas. La gente se mordía la lengua de dolor, y por causa de sus dolores y sus úlceras blasfemaron contra el Dios del cielo, pero no se arrepintieron de sus obras".
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