¿Qué significa Proverbios capitulo 2?
El filósofo griego Platón dijo que hay cuatro virtudes, las cuales más tarde recibieron el nombre de virtudes cardinales, que, según su teoría, estaban presentes hasta cierto punto en todas las personas. Esas virtudes, tal como se definen en la terminología de Platón, son el coraje, la integridad, la sabiduría y la justicia. Aquí, dentro del segundo capítulo del libro de Proverbios, vemos un patrón muy similar presentado por Salomón cientos de años antes que Platón, en donde se nos anima a vivir una vida basada en la virtud, lo cual se repite varias veces a lo largo de las Escrituras. En el libro de Levítico Dios le dice a Su pueblo "sean santos porque yo soy santo" cinco veces (Levítico 11:44; 11:45; 20:26; 21:8). El libro de Deuteronomio le enseña al pueblo a ser santo ante el Señor (Deuteronomio 23:14). Y, en el Nuevo Testamento, Pedro reitera la misma idea de vivir una vida santa en 1 Pedro 1:15–16.El segundo capítulo de Proverbios se puede dividir en cuatro divisiones básicas. Esos segmentos son los versículos 1–5, donde se habla de la sabiduría; los versículos 6–8, donde se habla sobre el valor; los versículos 9–15, en los que se habla sobre la justicia; y los versículos 16–22, en los que se trata la virtud de la integridad. Pedro habla sobre la idea de vivir y crecer dentro de esa misma santidad o virtud. La palabra griega que Pedro usa en 2 Pedro 1:5 es aretē, la cual a veces se traduce con el término "excelencia moral" o "virtud". Esta palabra significa "la excelencia de algo". La excelencia de una cosa es una característica que denota que algo está en buenas condiciones y cumple bien la función para la que se creó en un principio. Por lo tanto, si a nuestra fe le añadimos virtud, nuestra fe alcanza la excelencia necesaria como para cumplir bien su función.
Al filósofo griego Aristóteles se le atribuye haber dicho: "somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, por lo tanto, no es un acto, sino un hábito". Aristóteles fue discípulo de Platón y dijo que la virtud también debe entenderse como una especie de moderación. La virtud está en el equilibrio; por lo tanto, tener o hacer mucho de algo, o justo lo contrario, no tener o hacer lo suficiente, nos conduce hacia el vicio. El ejemplo más sencillo de esto se puede encontrar en la virtud del coraje, algo de lo que se habla con frecuencia en la filosofía griega pero que solo se nombra en esta sección de Proverbios. Una persona que no es valiente es un cobarde. Sin embargo, alguien que es "demasiado valiente" es imprudente. Por tanto, el coraje está en saber evitar la imprudencia, pero tener la valentía de actuar cuando es realmente necesario hacerlo.
Cuando nuestra fe se beneficia de la virtud, nuestra fe alcanza el punto de equilibro deseado: estamos seguros en Cristo, pero no somos imprudentes. Este es el tipo de fe que Salomón está tratando de enseñarnos en el capítulo 2 de Proverbios. Debemos vivir una vida santa para el Señor marcada por la bondad y la integridad, sin indulgencias en los excesos y el pecado. Nuestras vidas deben basarse y estructurarse teniendo en cuenta nuestra fe en Dios y la relación que tenemos con Él. Este estilo de vida santo nos ayuda a convertirnos en seguidores del Señor que actúan cuando es necesario, siendo conscientes de nuestros alrededores, en lugar de ser robots que actúan sin voluntad propia o pecadores hipócritas. Pablo les dijo lo siguiente a las personas que tienen una relación con Dios: "no apaguen el Espíritu. No menosprecien las profecías. Examínenlo todo; retengan lo bueno. Absténganse de toda especie de mal" (1 Tesalonicenses 5:19–22).