Verso

Proverbios 20:24

LBLA Por el SEÑOR son ordenados los pasos del hombre, ¿cómo puede, pues, el hombre entender su camino?
NBLA Por el SEÑOR son ordenados los pasos del hombre, ¿Cómo puede, pues, el hombre entender su camino?
NVI Los pasos del hombre los dirige el SEÑOR. ¿Cómo puede el hombre entender su propio camino?
RV1960 De Jehová son los pasos del hombre; ¿Cómo, pues, entenderá el hombre su camino?
JBS Del SEÑOR son los pasos del hombre; ¿cómo, pues, entenderá el hombre su camino?

¿Qué significa Proverbios 20:24?

Dios no arrastra a las personas por la vida sin que tengan ningún tipo de libre albedrío para elegir lo que quieren hacer. Más bien, este proverbio dice que, en última instancia, Dios tiene el control de todas las cosas, y algunas veces no entenderemos las circunstancias a las que nos enfrentamos. Es importante saber hacia dónde nos lleva el Señor y confiar en Él para que nos dirija por el camino correcto (Proverbios 3:4–6). Dios nunca nos desvía ni permite que se nos tiente con problemas que son demasiado difíciles de soportar (1 Corintios 10:13). En realidad, no podemos entender las cosas tal y como las entiende Dios: si confiamos demasiado en nuestro propio juicio, nos acabamos desviando y comenzamos a andar por el camino equivocado, tropezamos y nos caemos (Proverbios 8:34–36).

En realidad, no podemos ver el futuro. El Señor no solo ve el futuro, sino que Él es quien lo sustenta. Podemos pedirle a Dios sabiduría (Santiago 1:5), y que nos ayude a entender el por qué nos ocurren ciertas cosas. Sin embargo, al final nunca podremos recibir una respuesta lo suficientemente "satisfactoria" como para descubrir el significado de todo lo que nos pasa en vida. David oró tal y como todas y todos nosotros deberíamos hacerlo: "Señor, dame a conocer tus caminos; ¡Enséñame a seguir tus sendas!" (Salmo 25:4). Cuando el siervo de Abrahán recibió la misión de encontrarle una novia a Isaac, el siervo de Abrahán, oró y le pidió al Señor que dirigiera sus caminos (Génesis 24:42–44). Cuando el Señor le presentó a Rebeca, él inclinó la cabeza, adoró al Señor y bendijo al Señor porque lo había guiado por el camino correcto, y al final Rebeca se acabó convirtiendo en la esposa de Isaac (Génesis 24:48). Algunas veces no es fácil seguir al Señor, pero al menos sabremos que estamos haciendo lo correcto. El Salmo 18:30 nos asegura que Sus caminos son perfectos.
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