Verso

Proverbios 25:8

LBLA No te apresures a litigar ; pues ¿qué harás al final, cuando tu prójimo te avergüence?
NBLA No te apresures a presentar pleito; Pues ¿qué harás al final, Cuando tu prójimo te avergüence?
NVI no lo lleves de inmediato al tribunal, pues ¿qué harás si a fin de cuentas tu prójimo te pone en vergüenza?
RV1960 No entres apresuradamente en pleito, No sea que no sepas qué hacer al fin, Después que tu prójimo te haya avergonzado.
JBS No salgas a pleito presto, no sea que no sepas qué hacer al fin, después que tu prójimo te haya avergonzado.

¿Qué significa Proverbios 25:8?

Algunas traducciones conectan la última frase del versículo anterior (Proverbios 25:7) con este versículo. Al mismo tiempo, eso no cambia el significado esencial del proverbio, en el que se nos hace una advertencia en contra de involucrarnos precipitadamente en asuntos legales y acusaciones. Mateo 18:15–20 nos habla de algo similar: los conflictos se resuelven mejor de manera privada, ya que así evitamos darles una mala impresión a las personas y también evitamos pasar mucha vergüenza (Mateo 5:23–25).

A veces creemos saber lo que está ocurriendo, pero en realidad no es así. Es importante, por lo tanto, no llevar a juicio a nuestro prójimo a menos que tengamos pruebas sólidas y una razón importante para hacerlo. Es posible que el demandante no pueda convencer al juez de que su caso es válido. El acusado puede presentar pruebas convincentes que expongan los errores de la acusación en sí, lo cual puede ser muy humillante. Peor aún, al iniciar argumentos y demandas también se nos puede hacer un escrutinio mucho más riguroso a nosotros. La persona que comenzó la pelea podría terminar sufriendo más que la persona a la que quería acusar desde el principio. El siguiente proverbio (Proverbios 25:9–10) nos presenta una idea similar.

Lo mejor es pensar en un asunto detenidamente y no sacar conclusiones precipitadas. Santiago 1:19 dice: "por eso, amados hermanos míos, todos ustedes deben estar dispuestos a oír, pero ser lentos para hablar y para enojarse". En Santiago 4:1, el apóstol escribe: ¿de dónde vienen las guerras y las peleas entre ustedes? ¿Acaso no vienen de sus pasiones, las cuales luchan dentro de ustedes mismos?" Cuando una persona lleva a su prójimo a juicio sin tener pruebas contundentes en su contra, probablemente se deba a que sus pasiones le han cegado el raciocinio. Cuando el temperamento de una persona le hace perder los estribos, esa persona acaba sacando lo peor de su carácter.
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