Verso

Proverbios 27:2

LBLA Que te alabe el extraño, y no tu boca; el forastero, y no tus labios.
NBLA Que te alabe el extraño, y no tu boca; El extranjero, y no tus labios.
NVI No te jactes de ti mismo; que sean otros los que te alaben.
RV1960 Alábete el extraño, y no tu propia boca; El ajeno, y no los labios tuyos.
JBS Alábete el extraño, y no tu boca; el ajeno, y no tus labios.

¿Qué significa Proverbios 27:2?

El proverbio anterior nos dijo que no debemos jactarnos de las cosas que todavía no hemos conseguido o de las cosas que todavía no han pasado (Proverbios 27:1). Aquí se critica a las personas que se alaban a sí mismas por las cosas que han podido lograr hacer. En ambos casos, el problema es la arrogancia, el hecho de pensar demasiado de nosotros mismos. En realidad, no importa la situación en la que ocurre, hablar con arrogancia nunca queda bien, incluso cuando llevamos razón. Por lo tanto, lo mejor es dejar que los demás hablen bien de nosotros, para que los elogios sean sinceros.

En Daniel 4 leemos que el rey Nabucodonosor se jactó neciamente de todo lo que había hecho en el pasado. Nabucodonosor estaba caminando sobre el techo del palacio contemplando la ciudad de Babilonia, y empezó a jactarse de esta manera: "¿acaso no es ésta la gran Babilonia, que con la fuerza de mi poder y para gloria de mi majestad he constituido como sede del reino?" (Daniel 4:30). Antes de que terminara de hablar, una voz celestial dijo que iban a humillarlo muy pronto, que se volvería loco, se revolcaría con los animales y comería hierba. Durante siete años, Nabucodonosor hizo exactamente esto: "pero al fin del tiempo yo, Nabucodonosor, levanté los ojos al cielo y recobré la razón. Bendije entonces al Altísimo; alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y cuyo reino permanece por todas las edades" (Daniel 4:31–34).
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