Verso

Proverbios 28:13

LBLA El que encubre sus pecados no prosperará, mas el que los confiesa y los abandona hallará misericordia.
NBLA El que encubre sus pecados no prosperará, Pero el que los confiesa y los abandona hallará misericordia.
NVI Quien encubre su pecado jamás prospera; quien lo confiesa y lo deja halla perdón.
RV1960 El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.
JBS El que encubre sus pecados, no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia.

¿Qué significa Proverbios 28:13?

Desde el principio de los tiempos, uno de los errores más comunes del ser humano ha sido tratar de enconderle nuestros pecados al Creador (Génesis 3:8–10). Dios lo sabe todo (1 Juan 3:20). Dios lo ve todo (Hebreos 4:13). Todo lo ocurre forma parte de Su entendimiento, el cual es perfecto (Isaías 46:9–10). Las personas que creen que pueden esconderse de Dios no respetan Su autoridad, y es una señal de su incredulidad (Salmo 10:11–13). De acuerdo con este proverbio, la persona que finge estar libre de culpa será juzgada, mientras que la que admite su pecado será perdonada (1 Juan 1:9–10; Lucas 18:10–14).

En el Antiguo Testamento hay varios ejemplos en los que se nos habla del peligro que supone tratar de ocultar nuestros pecados. Acán transgredió el mandamiento de Dios, quien dijo que no debían llevarse nada de Jericó. Acán se llevó un manto, plata y oro, y los enterró en su tienda. Sin embargo, Dios lo vio todo, incluido los artículos robados y el pecado que habían cometido. Al final, Acán pereció, y fue ejecutado por su pecado. Por lo tanto, no heredó ni un solo grano de arena de la Tierra Prometida (Josué 7). Años más tarde, el rey David trató de encubrir su pecado de adulterio, llegando incluso a matar a uno de sus soldados (2 Samuel 11—12). Su alma y su cuerpo sufrieron un dolor implacable hasta que se lo confesó al Señor. Las palabras de David en el Salmo 32 nos hablan sobre sus sentimientos de culpabilidad cuando trató de ocultar sus crímenes, así como del profundo alivio que sintió al confesar y recibir el perdón. David dice: "dichoso aquél cuyo pecado es perdonado, y cuya maldad queda absuelta" (Salmo 32:1).

Este proverbio también nos habla de una verdad cultural importante. En el mundo moderno, el cual está claramente influenciado por el pensamiento judeocristiano, es mejor confesar que descubrir las cosas. A una persona que admite haber actuado mal antes de que la atrapen generalmente se le da más indulgencia que a aquellos que tratan de ocultar su pecado hasta que los descubren. Hay una diferencia crucial entre cometer un error moral y albergar una maldad que esté profundamente arraigada en nuestros corazones.
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