¿Qué significa Proverbios 29:23?
Durante el versículo anterior se nos dijo que la ira, es decir, un temperamento descontrolado, suele causar problemas y dar pie a todo tipo de pecados (Proverbios 29:22). Este versículo dice que el orgullo, la soberbia, también es un pecado (Proverbios 6:16–19) y nos habla sobre la humillación que les causa a las personas. Al final, las personas que actúan con arrogancia son humillados. La humildad es honorable (Proverbios 11:2). Quizás el mundo puede recompensar de alguna manera y con brevedad el pecado (Salmo 73:2–3). Sin embargo, las personas que ignoran la sabiduría y la voluntad de Dios (Proverbios 1:7) se exponen a muchos problemas y desastres (Proverbios 8:32–36; 16:4). El libro de Proverbios nos habla de esta misma situación en muchas ocasiones (Proverbios 16:18; 18:12).Las Escrituras nos hablan sobre la vida de dos hombres que se llaman Saúl y Saulo, y sus vidas ejemplifican esta situación a la perfección. El Saúl del Antiguo Testamento se convirtió en un rey orgulloso. Aunque al comienzo de su reinado él no creía que fuera importante, al final se convirtió en una persona arrogante, dejó de obedecer al Señor y comenzó a hacer las cosas a su manera. Al final, sufrió una muerte atroz y aterradora asesinándose a sí mismo (1 Samuel 31:4–5). El Saulo del Nuevo Testamento se convirtió en un apóstol, quien más tarde se le conocería con el nombre de Pablo. Antes de creer en Jesús (Hechos 9:1–9), Pablo era un fariseo orgulloso con un pedigrí religioso impecable. Sin embargo, cuando se hizo creyente, renunció a sus credenciales y comenzó a servirle al Señor con todo lo que tenía (Filipenses 3:4–9). Al final de su vida, tenía ganas de recibir una corona del Señor (2 Timoteo 4:7–8).
El Saúl del Antiguo Testamento no podía dejar de lado su orgullo; su historia terminó en la miseria y perdió su corona de rey en la Tierra. El Saulo del Nuevo Testamento perdió su arrogancia, se hizo humilde y estuvo centrado en ganarse una corona celestial.