Capítulo
Verso

Proverbios 3:31

LBLA No envidies al hombre violento, y no escojas ninguno de sus caminos;
NBLA No envidies al hombre violento, Y no escojas ninguno de sus caminos.
NVI No envidies a los violentos, ni optes por andar en sus caminos.
RV1960 No envidies al hombre injusto, Ni escojas ninguno de sus caminos.
JBS No envidies al hombre injusto, ni escojas alguno de sus caminos.

¿Qué significa Proverbios 3:31?

Durante los versículos anteriores se siguió una especie de progresión. Salomón nos dijo que no nos demoráramos a la hora de hacer el bien por los demás, que no le negáramos la ayuda al prójimo, que no hagamos el mal en contra del prójimo y que evitemos los conflictos que sean innecesarios (Proverbios 3:27–30). El mandamiento que se nos da aquí se une de alguna manera a esa lista, afirmando que no debemos tenerles envidia a las personas violentas, no solo a las personas que ganan una pelea físicamente, sino a las personas que se salen con la suya aun siendo malvadas.

"La gente violenta" son las personas que hacen justamente lo contrario de lo que Salomón nos está pidiendo hacer en este capítulo. Estas personas son egoístas, crueles, conspiradores, codiciosos, y muchas veces la gente piensa que son personas de éxito. Salomón nos dice aquí que nosotros no deberíamos ser de esa manera. En el Salmo 37:1, David, el padre de Salomón, nos da un consejo similar: "no te alteres por causa de los malvados, ni sientas envidia de los que practican el mal". En lugar de envidiar a los malhechores, los creyentes deben confiar en el Señor. En el versículo 16, David dice: "es mejor lo poco del hombre justo que las riquezas de muchos pecadores".

Este versículo también podría estar animándonos a no sentir envidia de las personas malvadas a las que parece estar yéndoles bien. Asaf, el escritor del Salmo 73, casi abandonó su fe debido a la envidia que les tenía a las personas malvadas y la manera en que estaban prosperando a su alrededor (Salmo 73:1–3). Asaf pensaba que no tenían problemas, estaban gordos, eran malvados, blasfemos y cada vez tenían más dinero (Salmo 73:3–12). Sin embargo, cuando el Señor le enseñó el destino al que se estaban dirigiendo todas estas personas, dejó de tenerles envidia (Salmo 73:17–20, 27).

El camino de los malvados puede parecernos ser un camino fácil y próspero, pero el desastre siempre nos aguarda al final de este tipo de caminos. El camino del Señor, sin embargo, siempre nos dirige hacia la bendición final de la vida eterna.
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