Verso

Proverbios 30:33

LBLA porque batiendo la leche se saca mantequilla, y apretando la nariz sale sangre, y forzando la ira se produce contienda.
NBLA Porque batiendo la leche se saca mantequilla, Y apretando la nariz sale sangre, Y forzando la ira se produce pleito.
NVI que batiendo la leche se obtiene mantequilla, que sonándose fuerte sangra la nariz, y que provocando la ira se acaba peleando».
RV1960 Ciertamente el que bate la leche sacará mantequilla, Y el que recio se suena las narices sacará sangre; Y el que provoca la ira causará contienda.
JBS Ciertamente el que exprime la leche, sacará manteca; y el que recio se suena las narices, sacará sangre; y el que provoca la ira, causará contienda.

¿Qué significa Proverbios 30:33?

En este último de versículo, Agur termina una enseñanza que comenzó en Proverbios 30:1, en la que trata de hablarnos sobre los efectos que provocan ciertas acciones, efectos que ocurren más allá de si nosotros queremos que ocurran o no. En este pasaje se ha usado la palabra miyts en tres ocasiones distintas. Aguar está hablando sobre hacer las cosas con contundencia, tal y como uno "batiría" la leche o "se sonaría" la nariz o "provocaría" la ira de una persona. En hebreo, la palabra "ira" hace referencia a las fosas nasales que están abiertas, por lo que comienza con la sílaba que se utiliza para la palabra "nariz" en hebreo.

Gran parte del libro de Proverbios se dedica a hacernos una serie de advertencias sobre la ley de la causa y el efecto (Proverbios 8:33–36; 10:16; 14:24; 18:6; 19:23). Agur dice que cuando provocamos la ira de una persona, eso trae consigo muchísimos problemas. De hecho, eso es lo que pasa siempre. Si bates la leche, se convierte en mantequilla, tanto si tenías la intención de hacer mantequilla o no, eso es lo que siempre acaba ocurriendo. Al sonarte la nariz fuerte o al darle un puñetazo en la cara a alguien, eso provoca que la nariz nos acabe sangrando. De la misma manera, provocar la ira de otras personas siempre acaba causando muchos problemas (Proverbios 10:12; 29:22). Por tanto, provocar a una persona y después quejarse de su reacción no tiene sentido; es mejor ser precavidos, y evitar este tipo de problemas lo máximo posible (Proverbios 30:32).

Las personas que provocan a las demás normalmente son personas arrogantes. Agur ha insistido en varias ocasiones en que la humildad es muy superior a la calumnia y la maldición (Proverbios 30:10–11). Agur no tiene reparos en reprender a las personas que se dedican a amenazar a las demás. De hecho, Agur compara esa manera de hablar con espadas y cuchillos (Proverbios 30:14). En el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo también condena la ira descontrolada (Colosenses 3:8), y dice que es típica de las personas que todavía no se han salvado (Colosenses 3:9). Pablo les habló a los corintios sobre la importancia que tiene la paciencia dentro del contexto del amor (1 Corintios 13:4), y que el amor "no hace nada impropio; no es egoísta ni se irrita; no es rencoroso" (1 Corintios 13:5).
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