Verso

Proverbios 30:9

LBLA no sea que me sacie y te niegue, y diga: ¿Quién es el SEÑOR ?, o que sea menesteroso y robe, y profane el nombre de mi Dios.
NBLA No sea que me sacie y te niegue, y diga: “¿Quién es el SEÑOR?” O que sea menesteroso y robe, Y profane el nombre de mi Dios.
NVI Porque teniendo mucho, podría desconocerte y decir: “¿Y quién es el SEÑOR?” Y teniendo poco, podría llegar a robar y deshonrar así el nombre de mi Dios.
RV1960 No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, Y blasfeme el nombre de mi Dios.
JBS para que no me sacie, y te niegue, y diga, ¿Quién es el SEÑOR? O no sea que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios.

¿Qué significa Proverbios 30:9?

Agur (Proverbios 30:1) le ha pedido a Dios dos cosas (Proverbios 30:7). Si se interpreta de una manera general, Agur le pide a Dios que le ayude tanto material como espiritualmente (Proverbios 30:8). Dios odia las mentiras, por lo que Agur siempre quiere ser honesto (Proverbios 12:22). Además, evitar tanto la pobreza como la riqueza extrema es una buena idea, porque tanto la una como la otra nos exponen a tentaciones diferentes.

Por supuesto, muchas personas que son ricas optan por seguir a Jesús y usan su riqueza para glorificar Su nombre. Sin embargo, las personas que son ricas también pueden volverse presumidas y sentir que son autosuficientes. Al ser capaces de resolver muchos de sus problemas con dinero, esas personas tienden a sentir que tienen el control de todo lo que tienen y hacen. Al tener de todo lo que necesitan, se pueden ver tentados a pensar que ya no necesitan más a Dios, y que consideren que sus propios esfuerzos y sabiduría son la única manera de que les vaya bien. Jesús contó la historia de un hombre rico que tenía ganas de vivir de su propia riqueza en el futuro. Sin embargo, Dios dijo que era un necio y le dijo que su vida se acabaría esa misma noche (Lucas 12:16–21). Durante otra ocasión, un hombre rico rechazó seguir a Cristo porque les dio más importancia a sus riquezas (Lucas 18:22–23). Jesús habló en varias ocasiones acerca del daño que el dinero puede causarnos a nivel espiritual (Lucas 18:24–25).

La pobreza también es difícil y nos tienta a pecar a través del robo y la mentira para así poder mejorar nuestro estilo de vida.
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