Verso

Proverbios 31:30

LBLA Engañosa es la gracia y vana la belleza, pero la mujer que teme al SEÑOR, ésa será alabada.
NBLA Engañosa es la gracia y vana la belleza, Pero la mujer que teme al SEÑOR, ésa será alabada.
NVI Engañoso es el encanto y pasajera la belleza; la mujer que teme al SEÑOR es digna de alabanza.
RV1960 Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.
JBS Sin Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme al SEÑOR, ésa será alabada.

¿Qué significa Proverbios 31:30?

En realidad, es bastante apropiado que se nos repita al final de este libro la importancia que tiene el hecho de "temer" al Señor, ya que el libro comienza haciéndonos una referencia similar. Proverbios 1:7 dice: "el principio de la sabiduría es el temor al Señor; los necios desprecian la sabiduría y la enseñanza", lo cual se refiere al hecho de comprender correctamente cuál es Su papel como Creador y buscar con reverencia cumplir Su voluntad.

Este versículo aparece al final de una larga serie de versículos que nos describen a la mujer ejemplar (Proverbios 31:10). La mujer ejemplar es digna de confianza (Proverbios 31:11), trabajadora (Proverbios 31:15), inteligente (Proverbios 31:16), cariñosa (Proverbios 31:20), está preparada (Proverbios 31:21), es digna (Proverbios 31:25), y sabia (Proverbios 31:26). Como resultado, su familia la alaba (Proverbios 31:28–29). Aquí también se hace referencia a la apariencia física, y se nos dice que el carácter moral y espiritual son infinitamente más importantes que el aspecto físico de las personas. La belleza desaparece con el tiempo. Sin embargo, la belleza espiritual nunca se acaba. De hecho, sigue creciendo si esa persona honra y busca cumplir la voluntad del Señor (Proverbios 3:5–8). Una mujer puede volverse cada vez más hermosa espiritualmente si se dedica a seguir a Dios apropiadamente (Proverbios 1:5).

Si una mujer quiere mantenerse joven y atractiva en la vejez, la cosmética solo podrá ayudarla hasta cierto punto, y únicamente con su apariencia externa. Sin embargo, cuando una mujer honra a Dios con su vida, siempre será bella y encantadora. Pedro sabía esto, ya que una vez dijo: "que la belleza de ustedes no dependa de lo externo, es decir, de peinados ostentosos, adornos de oro o vestidos lujosos, sino de lo interno, del corazón, de la belleza incorruptible de un espíritu cariñoso y sereno, pues este tipo de belleza es muy valorada por Dios" (1 Pedro 3:3–4).
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