¿Qué significa Proverbios 4:7?
Si se lee sin cuidado, esta frase nos podría sonar algo circular. La idea que nos quiere comunicar, sin embargo, surge naturalmente del mensaje que quiere comunicarnos el libro de Proverbios en términos generales. La sabiduría es mucho más valiosa que cualquier otra posesión material (Proverbios 3:13–15). Por lo tanto, lo más sabio que una persona puede hacer es buscar la sabiduría. En la actualidad, podríamos decirlo de esta manera: "la sabiduría es más importante que todo lo demás".El concepto clave aquí proviene de la raíz de la palabra rē'sit en hebreo, la cual se usa al principio de las Escrituras en Génesis 1:1. Este término genéricamente significa "lo que viene primero", lo cual podría estar implicando el comienzo de algo que es muy importante. Ambos conceptos se aplican aquí, por lo que las traducciones al español optan por centrarse en uno o en el otro. Adquirir sabiduría, por tanto, es tan importante, como el hecho de salir a buscarla.
Muchas personas se establecen metas propias y trabajan duro para alcanzarlas. Algunos se esfuerzan mucho por hacerse ricos, otros buscan con ahínco la felicidad. Todas estas cosas se desvanecen en comparación con el valor de la sabiduría y la inteligencia. Salomón escuchó estas palabras de su padre David (Proverbios 4:3). David desafió a su hijo pidiéndole que adquiriera sabiduría e inteligencia. No hay nada en la vida tan valioso como la sabiduría ya que, gracias a ella, podemos conocer y hacer la voluntad de Dios y saber cómo actuar correctamente en cada una de las situaciones que experimentamos en esta vida.
Cuando Salomón se hizo un adulto, comenzó a perseguir las cosas vanales del mundo, como el conocimiento no aplicado, el placer, la riqueza y el honor, pero finalmente llegó a la conclusión de que la verdadera satisfacción solo se encuentra en Dios. El libro de Eclesiastés nos habla de cómo experimentó todo ese proceso, y concluye con este consejo: "acuérdate de tu Creador ahora que eres joven. No esperes a que vengan los días malos, y a que lleguen los años en que digas: «Vivir tanto no es motivo de regocijo (Eclesiastés 12:1).
