Capítulo
Verso

Proverbios 5:13

LBLA No he escuchado la voz de mis maestros, ni he inclinado mi oído a mis instructores.
NBLA No he escuchado la voz de mis maestros, Ni he inclinado mi oído a mis instructores.
NVI No atendí a la voz de mis maestros, ni presté oído a mis instructores.
RV1960 No oí la voz de los que me instruían, Y a los que me enseñaban no incliné mi oído!
JBS y no oí la voz de los que me castigaban; y a los que me enseñaban no incliné mi oído!

¿Qué significa Proverbios 5:13?

Los seres humanos piensan mucho en el pasado, con pesar, y se lamentan por los buenos consejos que recibieron y que eligieron no seguir. Una vez llegue el juicio de Dios, los pecadores desearán haber escuchado la sabiduría divina procedente de Dios. De hecho, el hecho de que los estudiantes se desvíen no es culpa de los instructores, sino que es culpa de las personas que no eligen obedecer las instrucciones que se les han dado. Hay pocas personas que hayan pecado sin haber tenido a alguien que les haya dicho que lo que estaban a punto de hacer les causaría una enorme cantidad de sufrimiento. Este versículo continúa con el luto de una persona que ha sido destrozada por el pecado y que se da cuenta exactamente de todas las decisiones que tomó hasta llegar a la situación en la que se encuentra (Proverbios 5:11–12).

Sin duda alguna, Jesús fue el mejor maestro de la historia. Jesús nos comunicó la verdad, únicamente la verdad. Sus palabras tenían autoridad y la capacidad de dar vida a los que las escuchan y las ponen en práctica. Sin embargo, muchas personas las escucharon, pero no las aceptaron (Juan 5:39–40). Los escribas y fariseos lo rechazaron, y hubo un momento en el que un gran número de personas se alejaron de Él y decidieron no seguirlo más (Juan 6:66). Jesús nos enseñó que la Palabra de Dios, tal y como la semilla esparcida, no cae solo en buena Tierra, sino que a veces cae en terreno pedregoso o entre la maleza, lo cual hace que la semilla no pueda producir nada (Mateo 13:18–23). Pablo le dijo a Timoteo que llegará el tiempo en que los hijos ignorarán flagrantemente a sus padres (2 Timoteo 3:1–2) y "no soportarán la sana doctrina, sino que aun teniendo comezón de oír se amontonarán maestros conforme a sus propios malos deseo" (2 Timoteo 4:3). La ignorancia trae consigo muchísimo dolor.
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