¿Qué significa Proverbios 5:3?

En este versículo, Salomón comienza a hacernos una advertencia muy seria sobre los peligros del adulterio. Para ello, utiliza la imagen de una mujer ajena, pero los principios se aplican por igual tanto para hombres como para mujeres.

El hecho de que no se nos habla de las apariencias físicas de esta mujer ajena nos enfatiza la realidad de que estos versículos deben entenderse en términos generales. Sí parece ser cierto que, siguiendo los estereotipos de hoy día, los hombres son más susceptibles a las apariencias de las mujeres, y las mujeres se siente más atraídas por los hombres que son más atentos. Sin embargo, el versículo de Salomón no hace distinciones, y se le puede aplicar a cualquier persona que se ve afectada por la tentación y la práctica del adulterio.

La "mujer ajena" usa palabras tan dulces como la miel para atraer a sus víctimas. Lo que dice es tan suave como el aceite de oliva. La "mujer ajena" usa los halagos para tentar a las personas, o tratan de convencer a las personas del gran placer que les espera, un placer que en realidad conduce hacia la destrucción. Todas las personas que han sido convencidas por "el hombre o la mujer ajena" se dan cuenta del grave error que cometen tan pronto como comienzan a sufrir las consecuencias de sus propios pecados.

Nuestra naturaleza pecaminosa provoca en nosotros el anhelo y el deseo de placeres indebidos. Los creyentes de Galacia fueron convencidos por los halagos y las palabras de los falsos maestros hasta el punto de que incluso llegaron a abandonar la doctrina cristiana. Pablo dijo: "algunos muestran mucho interés por ustedes, pero no para bien, sino que quieren apartarlos de nosotros para que ustedes muestren interés por ellos" (Gálatas 4:17). Pablo, sin embargo, se centraba en predicar el evangelio. Pablo dijo: "nosotros nunca usamos palabras lisonjeras" (1 Tesalonicenses 2:5), "hubiéramos querido entregarles no sólo el evangelio de Dios sino también nuestra propia vida. ¡A tal grado hemos llegado a amarlos!" (1 Tesalonicenses 2:8). ¡El diablo tiene la capacidad de usar los halagos y la mentira para atraparnos en nuestra propia vanidad!