Verso

Proverbios 6:26

LBLA Porque por causa de una ramera uno es reducido a un pedazo de pan, pero la adúltera anda a la caza de la vida preciosa.
NBLA Porque por causa de una ramera uno es reducido a un pedazo de pan, Pero la adúltera anda a la caza de la vida preciosa.
NVI pues la ramera va tras un pedazo de pan, pero la mujer de otro hombre busca tu propia vida.
RV1960 Porque a causa de la mujer ramera el hombre es reducido a un bocado de pan; Y la mujer caza la preciosa alma del varón.
JBS porque a causa de la mujer ramera es reducido el hombre a un bocado de pan; y la mujer caza la preciosa alma del varón.

¿Qué significa Proverbios 6:26?

Este pasaje nos hace una advertencia en contra de los peligros del adulterio (Proverbios 6:20–25). Aunque el hebreo de este pasaje es un poco difícil de traducir, en cualquiera de los casos, la idea que nos quiere comunicar está muy clara: el adulterio nos conduce hacia la autodestrucción, aunque sí es cierto que cometer este pecado con la esposa de otro hombre es un pecado aún mayor. Es importante indicar que el pecado del adulterio se le aplica de igual manera tanto a los hombres como a las mujeres.

Cometer adulterio con una prostituta tiene un costo, y puede provocar que un hombre acabe teniendo el dinero suficiente como para comprarse una barra de pan. Sin embargo, cuando se comete adulterio con una mujer casada, ese hombre debe hacer muchas más cosas que van más allá del dinero, ya que ese hombre se arriesga a perder tanto su reputación como su vida misma. Proverbios 7:22–23 dice que un hombre sigue a una adúltera que habla con dulzura "como el necio que preso avanza al castigo, hasta que una flecha le parte el corazón; como el ave que vuela presurosa hacia la red, sin saber que eso le costará la vida".

Cuando un hombre cae presa de una adúltera, o una mujer cae presa de un adúltero, no hay nadie más a quien se le deba culpar de algo. De hecho, no existe ninguna excusa para cometer adulterio: no importa si una persona pudiera haber estado pasando por un momento duro en su matrimonio, ni tampoco que una persona pudiera haber deseado tener una experiencia sexual satisfactoria al menos por una vez. Dios aborrece el adulterio en todos y cada uno de los casos. En Santiago 1:13–14, podemos leer lo siguiente: "cuando alguien sea tentado, no diga que ha sido tentado por Dios, porque Dios no tienta a nadie, ni tampoco el mal puede tentar a Dios. Al contrario, cada uno es tentado cuando se deja llevar y seducir por sus propios malos deseos".
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