¿Qué significa Romanos 12:1?
Aquí comienza nueva sección de la carta de Pablo. Pablo ha concluido una sección que trata sobre la doctrina de la salvación y lo que significa ir hacia Dios a través de la fe en Cristo. Ahora comienza a describir cómo debemos vivir los que estamos en Cristo. ¿Cómo debemos responder a la gran misericordia que Dios nos ha ofrecido a todos nosotros?Pablo lanza un llamamiento a sus hermanos espirituales: sus hermanos y hermanas en Cristo. Aunque es el apóstol enviado por Jesús mismo para llevar el evangelio al mundo, Pablo también es "uno de nosotros". Pablo es un ser humano pecador salvo por la gracia de Dios mediante la fe en Jesús. Él también le llama a Dios "Padre", como lo hacemos nosotros, lo que significa que Pablo es nuestro hermano.
Pablo nos insta a reconocer que Dios nos ha mostrado una enorme misericordia, descrita en detalle en esta carta anteriormente. El himno de los cuatro versículos anteriores dejó en claro que Dios no nos debe nada. Sin embargo, en lugar de la muerte, Dios nos ha dado la vida y un propósito claro en Cristo. Dios ha perdonado nuestros pecados y ha compartido con nosotros las riquezas de Su gloria, y de hecho no nos merecíamos nada de eso. ¿Cómo deberíamos responder?
Pablo escribe que, así como el pueblo judío ofrecía animales muertos como sacrificios a Dios, los cristianos deberían ofrecerse ellos mismos, sus cuerpos, como sacrificios vivos para Dios. En otras palabras, la única respuesta racional a la misericordia de Dios a través de la cual se nos ha ofrecido la vida eterna es ofrecerle nuestras vidas como sacrificio, para que Dios las use para cumplir Sus propósitos ahora.
Los sacrificios de animales bajo el sistema de sacrificios del antiguo pacto tenían que separarse del rebaño para ese propósito y elegirse con cuidado para asegurarse de que fueran aceptables, sin marcas ni imperfecciones. Como sacrificios vivos, Dios ya nos ha apartado para sus propósitos y nos ha declarado "aceptables" porque estamos en Cristo. En otras palabras, no tenemos que esperar a ser mejores personas antes de ofrecerle nuestro cuerpo y nuestra vida a Dios. Al ser personas en Cristo, Dios recibe el sacrificio de nuestra vida diaria ahora mismo.
Esta vida de adoración, entonces, es la respuesta apropiada a la misericordia que Dios ya nos ha dado.