¿Qué significa Romanos 13:4?
Este versículo concluye una frase que comenzó en el versículo anterior. Pablo ha dicho que, al hacer el bien en nuestras comunidades, podemos vivir sin temer a las autoridades; este es el papel que Dios les da a los que están en autoridad para mantener el orden en la comunidad, y esto es parte de cómo Dios limita la influencia del mal en el mundo (2 Tesalonicenses 2:7). Aquellos que tienen autoridad aceptarán a las personas que están contribuyendo a ese orden, mientras se esfuerzan para mejorar sus comunidades.Ahora, Pablo describe a las personas en posiciones de autoridad gubernamental como siervos de Dios que están ahí por nuestro propio bien. Por supuesto, no todos los que están en esas posiciones estarían de acuerdo con esto; puede que estas personas no se vean a sí mismos como siervos de Dios. Sin embargo, esto no le importa a Dios, ya que los puso donde están para cumplir sus propios propósitos. De hecho, Pablo declara que Dios usa a hombres y a mujeres en posiciones de autoridad gubernamentales para ejecutar Su propia ira sobre los malhechores; ya sea a sabiendas o no, los que están en autoridad son vengadores de Dios, y Dios mismo los usa para castigar a los criminales. Si nosotros, como cristianos, elegimos hacer lo que está mal, como por ejemplo acciones pecaminosas que violan la ley, también debemos tenerle miedo a las autoridades.
Debe tenerse en cuenta que el propio Pablo fue un infractor de la ley y desobedeció al gobierno. Sin embargo, Pablo siguió su propia enseñanza aquí al ser sumiso al mismo gobierno: eventualmente pagó con su vida sus crímenes contra el estado, al igual que muchos de los otros apóstoles. Pablo no comparte este pasaje para abordar la necesidad de quebrantar las leyes de los hombres cuando se oponen a los mandamientos directos que Dios nos ha dado (Hechos 5:27–29). En cambio, Pablo deja claro que, en el curso normal de la vida, las autoridades humanas que Dios ha instituido llevan a cabo la voluntad de Dios al castigar a las personas que hacen cosas malas. Los cristianos, en ese sentido, deben someterse a los que tienen autoridad, haciendo el bien en todos los casos y obedeciendo todas las leyes que no violen la conciencia cristiana.