¿Qué significa Romanos 3:23?
Romanos 3:23 es otro de los versículos más conocidos y citados de toda la Biblia. Aquí se expresa una idea que es clave para entender cómo alguien puede salvarse de la ira de Dios y cómo llegar a formar parte de Su familia. Un punto clave para entender este versículo es su contexto. Los versículos 21, 22 y 23 se combinan para señalar que todas las personas, sin distinción, son igualmente merecedoras de la ira de Dios por sus pecados, y todas las personas que son justificadas, sin distinción, son justificadas por medio de Jesucristo.La declaración aquí es breve y directa: todos pecan. Todos han pecado, y no hay nadie que no haya pecado nunca (Romanos 3:10). Esto enfatiza aún más la idea que Pablo extrajo de las Escrituras del Antiguo Testamento anteriormente en este capítulo, y no podemos escaparnos de esta realidad. Pablo no nos ofrece ninguna otra categoría de personas, solo hay "pecadores", y todos formamos parte de este grupo. El versículo anterior enfatizó que no hay "distinción" alguna entre los seres humanos. El más moral de los humanos — relativamente hablando — y el más perverso de los humanos están todos en el mismo paquete: todos son "pecadores".
Incluso aún sabiendo la diferencia que existe entre el bien y el mal a través de la ley que Dios nos ha dado, tampoco podemos ser justificados. La palabra griega "destituidos" está aquí en tiempo presente. En realidad, nos seguimos quedando cortos. En otras palabras, incluso conocer las consecuencias de nuestra pecaminosidad no es suficiente para evitar que sigamos pecando (Romanos 1:18–20).
Debido a que ninguno de nosotros está libre de pecado, todos estamos destituidos de la gloria de Dios. Eso es importante, porque no podemos salvarnos del juicio y la ira de Dios contra nuestro pecado, excepto cuando estamos sin pecado. Ese es el estándar de Dios, y todos estamos destituidos de Su "gloria" debido a nuestro pecado. La gloria de Dios se comparte con los que están en Su familia, Sus hijos. Nuestro pecado, sin embargo, nos impide participar de Su gloria.
Afortunadamente, Pablo continúa este famoso versículo con el siguiente, donde se describe cómo podemos alcanzar la gloria de Dios, después de todo.