¿Qué significa Romanos 3:25?
El versículo anterior concluyó con una declaración que hablaba sobre el regalo de la gracia de Dios. La justificación de Dios, la cual nos hace justos, vino a través de la redención que se encuentra en Jesús.Ahora Pablo escribe que Dios hizo que Cristo, su Hijo, fuera un "sacrificio de expiación". Esta es otra palabra teológica importante y significativa, la cual proviene del término griego, hilastērion, que significa "sacrificio de expiación". Dios literalmente entregó a Jesús como sacrificio de sangre para pagar la deuda (o para expiar) nuestros pecados personales. También es importante notar que este mismo término, hilastērion, se usa en Hebreos 9:5 para describir el "propiciatorio": el lugar en el arca del pacto donde se derramaba la sangre para la expiación (Éxodo 25:17).
En otras palabras, Dios expresó toda la ira que tenía sobre nuestros pecados y la derramó sobre Cristo mientras estaba en la cruz, una ira que de hecho estaba justificada. Este sacrificio pagó por todos nuestros pecados en su totalidad. Este regalo del sacrificio que ha hecho el propio Hijo de Dios para expiar nuestros propios pecados solo se puede recibir a través de la gracia y la fe, escribe Pablo. De hecho, Pablo aclarará a través del resto de esta carta que la fe en este regalo, este acto que Cristo ha hecho en nuestro favor, es la única forma en que cualquiera puede justificarse ante Dios y ser incluido en Su familia.
Esto nos lleva a hacernos una pregunta muy importante: ¿por qué hizo Dios esto por nosotros? ¿Por qué haría algo así? La respuesta que nos da Pablo es que se debe a la rectitud o la justicia de Dios. Dios nunca dijo algo como: "sus pecados no importan; simplemente los ignoraré", sino que Dios derramó completamente Su justicia contra el pecado cuando Jesús, quien no había pecado, fue sacrificado por el pecado en la cruz.
Pablo muestra que esto incluye los pecados del pasado, antes de que Cristo muriera en la cruz. Pablo escribe que Dios "pasó por alto" esos pecados anteriores en un acto de paciencia divina y sincronización perfectos. Una vez más, no es que Dios haya fallado a la hora de castigar esos viejos pecados, sino que almacenó Su castigo y lo derramó sobre Jesús para satisfacer plenamente el pago de esos "pecados anteriores".