¿Qué significa Romanos capitulo 5?
Romanos 5 comienza explorando los grandes beneficios que se obtienen al ser declarados justos por Dios a través de la fe en la muerte de Cristo en la cruz por nuestros pecados. Al justificarnos de esta manera, en Cristo, Dios hizo la paz con todos nosotros para siempre. También estamos en la gracia de Dios debido a nuestra fe; seguimos recibiendo el bien de Dios en lugar del juicio que nos merecíamos antes de que nuestros pecados fueran perdonados. Además, ahora podemos regocijarnos y confiar en la esperanza de que algún día experimentaremos las glorias de Dios.Debido a esa redención, podemos incluso regocijarnos en nuestros sufrimientos. Esto no quiere decir que el sufrimiento nos hará sentirnos bien, aunque sí quiere decir que nuestro sufrimiento está logrando algo en nosotros que está más allá del sufrimiento en sí. Para los cristianos, el sufrimiento produce resistencia, la capacidad de confiar cada vez más en Dios. La perseverancia produce carácter, una mayor tendencia a hacer lo correcto, lo que acaba honrando a Dios. Los cristianos que han sido retados en su carácter se convierten en personas llenas de esperanza, convencidas de que la verdad fundamental de su realidad es que pasarán la eternidad con Dios en Su gloria (Romanos 5:1–5).
¿Es esta esperanza un poco arriesgada? Pablo dice que no lo es en absoluto. ¿Por qué? Porque Dios ha derramado Su amor en nuestros corazones a través del Espíritu Santo. Si el Dios del universo nos ama, podemos estar seguros de que Dios es digno de confianza. Dios nos ha demostrado ese amor a través del hecho de que cuando aún éramos pecadores, Cristo murió por nosotros. Dios no esperó a que nos volviéramos más fuertes o mejores, sino que actuó primero para resolver la disputa que existía entre nosotros y Dios. Dios envió a Cristo para que muriera exactamente en el momento adecuado; de esa manera, podemos alcanzar la salvación.
El resultado de todo esto es que ya no somos enemigos de Dios debido a nuestros pecados, Dios no derramará Su ira sobre nosotros, y también nos hemos reconciliado con Dios a través de Jesús cuando nos acercamos a Dios a través de la fe. Este cambio que Dios ha realizado en nuestra relación es permanente y, por lo tanto, nos hemos reconciliado para siempre (Romanos 5:6–11).
Pablo luego se centra en la comparación entre la obra realizada por el primer hombre, Adán, y lo que Cristo hizo por nosotros en la cruz. Dios creó a Adán del polvo de la tierra y lo colocó en el jardín con una sola restricción. Adán rompió la orden de Dios, introduciendo el pecado y la muerte en el mundo. Todos los que siguieron a Adán, todos, nacieron en pecado y finalmente murieron. Todo esto ha continuado hasta el día de hoy (Romanos 5:12–14).
Cristo, por otro lado, había tomado una decisión diferente. En lugar de desobedecer a Dios, tal y como lo había hecho Adán, Cristo eligió obedecerlo. La elección de Adán trajo el pecado y la muerte para muchos millones de personas, mientras que la elección de Jesús les brindó la oportunidad de escaparse del pecado y la muerte a través del don gratuito de la gracia de Dios a todos aquellos que creen y tienen fe. La elección de Adán trajo condenación; El acto de Jesús trajo justificación (Romanos 5:15–19).
Pablo concluye el capítulo con una idea sorprendente: uno de los propósitos que Dios tenía para la ley era aumentar la cantidad de transgresiones de la ley en la tierra. Pablo no quiere decir que la ley de Dios tuviera la intención de hacer que la gente pecara más. Más bien, la presencia de la ley significaba que la voluntad de Dios se había revelado, por lo que quedada claro que toda desobediencia era considerada como un acto pecaminoso. El resultado de esa mayor conciencia del pecado fue un aumento en la gracia de Dios, para que ésta cubriera más y más pecados a medida que la gente confiaba más y más en la muerte de Cristo, quien había muerto para salvarlos de sus propios pecados. De esa manera, la gracia de Dios siempre acaba derrotando al pecado humano (Romanos 5:20–21).
En el próximo capítulo, Pablo abordará una posible corrupción de esta idea, tratando la idea falsa de que la enseñanza de Pablo sobre la gracia implica que pecar es algo bueno, ya que cuanto más pecamos, más gracia recibimos. Tal y como lo hace en otras partes de sus cartas, Pablo rechazará con vehemencia esta enseñanza y nos mostrará la razón por la que todo esto es falso.