¿Qué significa Romanos 8:33?
Pablo ha establecido de manera decisiva en los versículos anteriores que Dios está a favor de todos los que estamos en Cristo (Romanos 3:23–26; Juan 3:16–18). De hecho, ni siquiera ha escatimado a Su propio Hijo sin pecado. Dios nos ha dado todas las cosas debido a Su gracia.Ahora Pablo pregunta quién podría presentar una acusación contra nosotros, en el contexto de este pasaje, es decir, los escogidos (Romanos 8:29–30). Este es el primer uso que hace Pablo de la palabra "escogidos" en Romanos. En los versículos anteriores, detalló que Dios predestinó a los que ya conocía de antes para que fueran como Jesús. En este sentido, los escogidos son los escogidos de Dios, todos aquellos que son hijos de Dios a través de la fe en Cristo.
Pablo comienza a usar un lenguaje más legal aquí; un vocabulario que normalmente se usa durante un tribunal o un juicio. Pablo parece estar imaginándose a alguien intentando manipular a Dios para que nos expulse, presentando una acusación ante Dios sobre nuestro pecado. Pero ¿quién podría hacer tal cosa? Las Escrituras ofrecen una posibilidad inmediata: en Apocalipsis 12:10 se describe a Satanás como el acusador que se presenta ante Dios día y noche presentando acusaciones contra "nuestros hermanos"; bien podría acusarnos de nuestro pecado para convencer a Dios de que no deberíamos formar parte de Su familia.
Quizás las mayores acusaciones, sin embargo, provienen de nuestros propios corazones. La conciencia de nuestro pecado se burla de nosotros, insinuando que Dios nunca podría perdonar las cosas que hemos hecho, y nunca podría amar a quien las comete.
Pablo tiene claro que todas esas acusaciones no tienen sentido. ¿Por qué? Dios es quien nos justifica. Dios, el Creador y Gobernante de todo el universo. Dios nos declara justos debido a nuestra fe en Cristo, dándonos crédito por la justicia de Jesús y aceptando la muerte de Jesús como pago por nuestro pecado.
Pablo insiste en que Dios nunca dirá: "es verdad; me equivoqué al justificar a esa persona". Su decisión se mantiene porque se basa en el propio sacrificio y la justicia de Cristo, no en nuestra capacidad para hacer lo correcto por nosotros mismos.