Salmos capitulo 104
La Biblia de las Américas
1Bendice, alma mía, al SEÑOR. SEÑOR, Dios mío, cuán grande eres; te has vestido de esplendor y de majestad, 2cubriéndote de luz como con un manto, extendiendo los cielos como una cortina. 3El es el que pone las vigas de sus altos aposentos en las aguas ; el que hace de las nubes su carroza ; el que anda sobre las alas del viento ; 4que hace de los vientos sus mensajeros, y de las llamas de fuego sus ministros.
5El estableció la tierra sobre sus cimientos, para que jamás sea sacudida. 6La cubriste con el abismo como con un vestido; las aguas estaban sobre los montes. 7A tu reprensión huyeron ; al sonido de tu trueno se precipitaron. 8Se levantaron los montes, se hundieron los valles, al lugar que tú estableciste para ellos. 9Pusiste un límite que no pueden cruzar, para que no vuelvan a cubrir la tierra.
10El hace brotar manantiales en los valles, corren entre los montes; 11dan de beber a todas las bestias del campo, los asnos monteses mitigan su sed. 12Junto a ellos habitan las aves de los cielos, elevan sus trinos entre las ramas. 13El riega los montes desde sus aposentos, del fruto de sus obras se sacia la tierra.
14El hace brotar la hierba para el ganado, y las plantas para el servicio del hombre, para que él saque alimento de la tierra, 15y vino que alegra el corazón del hombre, para que haga brillar con aceite su rostro, y alimento que fortalece el corazón del hombre. 16Los árboles del SEÑOR se sacian, los cedros del Líbano que El plantó, 17donde hacen sus nidos las aves, y la cigüeña, cuya morada está en los cipreses.
18Los montes altos son para las cabras monteses ; las peñas son refugio para los tejones. 19El hizo la luna para medir las estaciones ; el sol conoce el lugar de su ocaso. 20Tú ordenas la oscuridad y se hace de noche, en ella andan todas las bestias del bosque. 21Rugen los leoncillos tras su presa, y buscan de Dios su comida. 22Al salir el sol se esconden, y se echan en sus guaridas. 23Sale el hombre a su trabajo, y a su labor hasta el atardecer.
24¡Cuán numerosas son tus obras, oh SEÑOR ! Con sabiduría las has hecho todas; llena está la tierra de tus posesiones. 25He allí el mar, grande y anchuroso, en el cual hay un hervidero innumerable de animales tanto pequeños como grandes. 26Allí surcan las naves, y el Leviatán que hiciste para jugar en él.
27Todos ellos esperan en ti, para que les des su comida a su tiempo. 28Tú les das, ellos recogen; abres tu mano, se sacian de bienes. 29Escondes tu rostro, se turban; les quitas el aliento, expiran, y vuelven al polvo. 30Envías tu Espíritu, son creados, y renuevas la faz de la tierra.
31¡Sea para siempre la gloria del SEÑOR ! ¡Alégrese el SEÑOR en sus obras ! 32El mira a la tierra, y ella tiembla ; toca los montes, y humean. 33Al SEÑOR cantaré mientras yo viva ; cantaré alabanzas a mi Dios mientras yo exista. 34Séale agradable mi meditación ; yo me alegraré en el SEÑOR. 35Sean consumidos de la tierra los pecadores, y los impíos dejen de ser. Bendice, alma mía, al SEÑOR. ¡Aleluya !
Nueva Biblia de las Américas
1Bendice, alma mía, al SEÑOR. SEÑOR, Dios mío, cuán grande eres; Te has vestido de esplendor y de majestad, 2Cubriéndote de luz como con un manto, Extendiendo los cielos como una cortina. 3El es el que pone las vigas de Sus altos aposentos en las aguas; El que hace de las nubes Su carroza; El que anda sobre las alas del viento; 4Que hace de los vientos Sus mensajeros, Y de las llamas de fuego Sus ministros.
5El estableció la tierra sobre sus cimientos, Para que jamás sea sacudida. 6La cubriste con el abismo como con un vestido; Las aguas estaban sobre los montes. 7A Tu reprensión huyeron, Al sonido de Tu trueno se precipitaron. 8Se levantaron los montes, se hundieron los valles, Al lugar que Tú estableciste para ellos. 9Pusiste un límite que no pueden cruzar, Para que no vuelvan a cubrir la tierra.
10El hace brotar manantiales en los valles, Corren entre los montes; 11Dan de beber a todas las bestias del campo, Los asnos monteses mitigan su sed. 12Junto a ellos habitan las aves de los cielos, Elevan sus trinos entre las ramas. 13El riega los montes desde Sus aposentos, Del fruto de Sus obras se sacia la tierra.
14El hace brotar la hierba para el ganado, Y las plantas para el servicio del hombre, Para que él saque alimento de la tierra, 15Y vino que alegra el corazón del hombre, Para que haga brillar con aceite su rostro, Y alimento que fortalece el corazón del hombre. 16Los árboles del SEÑOR se sacian, Los cedros del Líbano que El plantó, 17Donde hacen sus nidos las aves, Y la cigüeña, cuya morada está en los cipreses.
18Los montes altos son para las cabras monteses; Las peñas son refugio para los tejones. 19El hizo la luna para señalar las estaciones; El sol conoce el lugar de su ocaso. 20Tú ordenas la oscuridad y se hace de noche, En ella andan todas las bestias del bosque. 21Rugen los leoncillos tras su presa, Y buscan de Dios su comida. 22Al salir el sol se esconden, Y se echan en sus guaridas. 23Sale el hombre a su trabajo, Y a su labor hasta el atardecer.
24¡Cuán numerosas son Tus obras, oh SEÑOR! Con sabiduría las has hecho todas; Llena está la tierra de Tus posesiones. 25He allí el mar, grande y anchuroso, En el cual se mueve un sinnúmero De animales tanto pequeños como grandes. 26Allí surcan las naves, Y el Leviatán (monstruo marino) que hiciste para que jugara en él.
27Todos ellos esperan en Ti Para que les des su comida a su tiempo. 28Tú les das, ellos recogen; Abres Tu mano, se sacian de bienes. 29Escondes Tu rostro, se turban; Les quitas el aliento, expiran, Y vuelven al polvo. 30Envías Tu Espíritu, son creados, Y renuevas la superficie de la tierra.
31¡Sea para siempre la gloria del SEÑOR! ¡Alégrese el SEÑOR en sus obras! 32El mira a la tierra, y ella tiembla; Toca los montes, y humean. 33Al SEÑOR cantaré mientras yo viva; Cantaré alabanzas a mi Dios mientras yo exista. 34Séale agradable mi meditación; Yo me alegraré en el SEÑOR. 35Sean consumidos de la tierra los pecadores, Y los impíos dejen de ser. Bendice, alma mía, al SEÑOR. ¡Aleluya!
Nueva Versión Internacional
1¡Alaba, alma mía, al SEÑOR! SEÑOR mi Dios, tú eres grandioso; te has revestido de gloria y majestad. 2Te cubres de luz como con un manto; extiendes los cielos como un velo. 3Afirmas sobre las aguas tus altos aposentos y haces de las nubes tus carros de guerra. ¡Tú cabalgas en las alas del viento! 4Haces de los vientos tus mensajeros, y de las llamas de fuego tus servidores.
5Tú pusiste la tierra sobre sus cimientos, y de allí jamás se moverá; 6la revestiste con el mar, y las aguas se detuvieron sobre los montes. 7Pero a tu reprensión huyeron las aguas; ante el estruendo de tu voz se dieron a la fuga. 8Ascendieron a los montes, descendieron a los valles, al lugar que tú les asignaste. 9Pusiste una frontera que ellas no pueden cruzar; ¡jamás volverán a cubrir la tierra!
10Tú haces que los manantiales viertan sus aguas en las cañadas, y que fluyan entre las montañas. 11De ellas beben todas las bestias del campo; allí los asnos monteses calman su sed. 12Las aves del cielo anidan junto a las aguas y cantan entre el follaje. 13Desde tus altos aposentos riegas las montañas; la tierra se sacia con el fruto de tu trabajo. 14Haces que crezca la hierba para el ganado, y las plantas que la gente cultiva para sacar de la tierra su alimento: 15el vino que alegra el corazón, el aceite que hace brillar el rostro, y el pan que sustenta la vida. 16Los árboles del SEÑOR están bien regados, los cedros del Líbano que él plantó. 17Allí las aves hacen sus nidos; en los cipreses tienen su hogar las cigüeñas. 18En las altas montañas están las cabras monteses, y en los escarpados peñascos tienen su madriguera los tejones.
19Tú hiciste la luna, que marca las estaciones, y el sol, que sabe cuándo ocultarse. 20Tú traes la oscuridad, y cae la noche, y en sus sombras se arrastran los animales del bosque. 21Los leones rugen, reclamando su presa, exigiendo que Dios les dé su alimento. 22Pero al salir el sol se escabullen, y vuelven a echarse en sus guaridas. 23Sale entonces la gente a cumplir sus tareas, a hacer su trabajo hasta el anochecer.
24¡Oh SEÑOR, cuán numerosas son tus obras! ¡Todas ellas las hiciste con sabiduría! ¡Rebosa la tierra con todas tus criaturas! 25Allí está el mar, ancho e infinito, que abunda en animales, grandes y pequeños, cuyo número es imposible conocer. 26Allí navegan los barcos y se mece Leviatán, que tú creaste para jugar con él.
27Todos ellos esperan de ti que a su tiempo les des su alimento. 28Tú les das, y ellos recogen; abres la mano, y se colman de bienes. 29Si escondes tu rostro, se aterran; si les quitas el aliento, mueren y vuelven al polvo. 30Pero, si envías tu Espíritu, son creados, y así renuevas la faz de la tierra.
31Que la gloria del SEÑOR perdure eternamente; que el SEÑOR se regocije en sus obras. 32Él mira la tierra y la hace temblar; toca los montes y los hace echar humo.
Reina-Valera 1960
1Bendice, alma mía, a Jehová. Jehová Dios mío, mucho te has engrandecido; Te has vestido de gloria y de magnificencia. 2El que se cubre de luz como de vestidura, Que extiende los cielos como una cortina, 3Que establece sus aposentos entre las aguas, El que pone las nubes por su carroza, El que anda sobre las alas del viento; 4El que hace a los vientos sus mensajeros, Y a las flamas de fuego sus ministros.
5Él fundó la tierra sobre sus cimientos; No será jamás removida. 6Con el abismo, como con vestido, la cubriste; Sobre los montes estaban las aguas. 7A tu reprensión huyeron; Al sonido de tu trueno se apresuraron; 8Subieron los montes, descendieron los valles, Al lugar que tú les fundaste. 9Les pusiste término, el cual no traspasarán, Ni volverán a cubrir la tierra.
10Tú eres el que envía las fuentes por los arroyos; Van entre los montes; 11Dan de beber a todas las bestias del campo; Mitigan su sed los asnos monteses. 12A sus orillas habitan las aves de los cielos; Cantan entre las ramas. 13Él riega los montes desde sus aposentos; Del fruto de sus obras se sacia la tierra.
14Él hace producir el heno para las bestias, Y la hierba para el servicio del hombre, Sacando el pan de la tierra, 15Y el vino que alegra el corazón del hombre, El aceite que hace brillar el rostro, Y el pan que sustenta la vida del hombre. 16Se llenan de savia los árboles de Jehová, Los cedros del Líbano que él plantó. 17Allí anidan las aves; En las hayas hace su casa la cigüeña. 18Los montes altos para las cabras monteses; Las peñas, madrigueras para los conejos. 19Hizo la luna para los tiempos; El sol conoce su ocaso. 20Pones las tinieblas, y es la noche; En ella corretean todas las bestias de la selva. 21Los leoncillos rugen tras la presa, Y para buscar de Dios su comida. 22Sale el sol, se recogen, Y se echan en sus cuevas. 23Sale el hombre a su labor, Y a su labranza hasta la tarde.
24¡Cuán innumerables son tus obras, oh Jehová! Hiciste todas ellas con sabiduría; La tierra está llena de tus beneficios. 25He allí el grande y anchuroso mar, En donde se mueven seres innumerables, Seres pequeños y grandes. 26Allí andan las naves; Allí este leviatán que hiciste para que jugase en él.
27Todos ellos esperan en ti, Para que les des su comida a su tiempo. 28Les das, recogen; Abres tu mano, se sacian de bien. 29Escondes tu rostro, se turban; Les quitas el hálito, dejan de ser, Y vuelven al polvo. 30Envías tu Espíritu, son creados, Y renuevas la faz de la tierra.
31Sea la gloria de Jehová para siempre; Alégrese Jehová en sus obras. 32Él mira a la tierra, y ella tiembla; Toca los montes, y humean. 33A Jehová cantaré en mi vida; A mi Dios cantaré salmos mientras viva. 34Dulce será mi meditación en él; Yo me regocijaré en Jehová. 35Sean consumidos de la tierra los pecadores, Y los impíos dejen de ser. Bendice, alma mía, a Jehová. Aleluya.
Biblia del Jubileo
1Bendice, alma mía, al SEÑOR. SEÑOR, Dios mío, mucho te has engrandecido; de gloria y de hermosura te has vestido. 2El que se cubre de luz como de vestidura, que extiende los cielos como una cortina; 3que establece sus aposentos entre las aguas; el que pone las nubes por su carroza, el que anda sobre las alas del viento; 4el que hace a sus ángeles espíritus, sus ministros fuego flameante. 5El fundó la tierra sobre sus basas; no se moverá por ningún siglo. 6Con el abismo, como con vestido, la cubriste; sobre los montes estaban las aguas. 7A tu reprensión huyeron; por el sonido de tu trueno se apresuraron; 8salieron los montes, descendieron por los valles a este lugar que tú les fundaste. 9Les pusiste término, el cual no traspasarán; ni volverán a cubrir la tierra. 10Tú eres el que envías las fuentes por los arroyos; van entre los montes. 11Abrevan a todas las bestias del campo; quebrantan su sed los asnos salvajes. 12Junto a aquellos habitan las aves de los cielos; entre las hojas dan voces. 13El que riega los montes desde sus aposentos; del fruto de sus obras se sacia la tierra. 14El que hace producir el heno para las bestias, y la hierba para el servicio del hombre; sacando el pan de la tierra. 15Y el vino que alegra el corazón del hombre; haciendo relumbrar el rostro con el aceite, y el pan que sustenta el corazón del hombre. 16Se sacian los árboles del SEÑOR, los cedros del Líbano que él plantó. 17Para que allí aniden las aves; en las hayas tiene su casa la cigüeña. 18Los montes altos para las cabras monteses; las peñas, madrigueras para los conejos. 19Hizo la luna para los tiempos; el sol conoció su occidente. 20Pones las tinieblas, y es la noche; en ella corren todas las bestias del monte. 21Los leoncillos braman a la presa, y para buscar de Dios su comida. 22Sale el sol, se recogen, y se echan en sus cuevas. 23Sale el hombre a su hacienda, y a su labranza hasta la tarde. 24¡Cuán muchas son tus obras, oh SEÑOR! Hiciste todas ellas con sabiduría; la tierra está llena de tu posesión. 25Asimismo este gran mar y ancho de términos; allí hay peces sin número, animales pequeños y grandes. 26Allí andan navíos; allí este leviatán que hiciste para que jugase en él. 27Todos ellos esperan a ti, para que les des su comida a su tiempo. 28Les das, recogen; abres tu mano, se sacian de bien. 29Escondes tu rostro, se turban; les quitas el espíritu, dejan de ser, y se tornan en su polvo. 30Envías tu espíritu, se crean; y renuevas la faz de la tierra. 31Sea la gloria al SEÑOR para siempre; alégrese SEÑOR en sus obras; 32el cual mira a la tierra, y ella tiembla; toca en los montes, y humean. 33Al SEÑOR cantaré en mi vida; a mi Dios diré salmos mientras viviere. 34Me será suave hablar de él; yo me alegraré en el SEÑOR. 35Sean consumidos de la tierra los pecadores, y los impíos dejen de ser. Bendice, alma mía, al SEÑOR. Alelu-JAH (Alabemos al SEÑOR).