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Génesis capitulo 50

La Biblia de las Américas

4Y cuando pasaron los días de luto por él, habló José a la casa de Faraón, diciendo: Si he hallado ahora gracia ante vuestros ojos, os ruego que habléis a Faraón, diciendo: 5“Mi padre me hizo jurar, diciendo: ‘He aquí, voy a morir; en el sepulcro que cavé para mí en la tierra de Canaán, allí me sepultarás.’ Ahora pues, te ruego que me permitas ir a sepultar a mi padre, y luego volveré.” 6Y Faraón dijo: Sube y sepulta a tu padre como él te hizo jurar. 7Entonces José subió a sepultar a su padre, y con él subieron todos los siervos de Faraón, los ancianos de su casa y todos los ancianos de la tierra de Egipto, 8y toda la casa de José, y sus hermanos, y la casa de su padre; sólo dejaron a sus pequeños, sus ovejas y sus vacas en la tierra de Gosén. 9Subieron también con él carros y jinetes; y era un cortejo muy grande. 10Cuando llegaron hasta la era de Atad, que está al otro lado del Jordán, hicieron allí duelo con una grande y dolorosa lamentación ; y José guardó siete días de duelo por su padre. 11Y cuando los habitantes de la tierra, los cananeos, vieron el duelo de la era de Atad, dijeron: Este es un duelo doloroso de los egipcios. Por eso llamaron al lugar Abel-mizraim, el cual está al otro lado del Jordán. 12Sus hijos, pues, hicieron con él tal como les había mandado; 13pues sus hijos lo llevaron a la tierra de Canaán, y lo sepultaron en la cueva del campo de Macpela, frente a Mamre, la cual Abraham había comprado de Efrón hitita, junto con el campo para posesión de una sepultura. 14Y después de sepultar a su padre, José regresó a Egipto, él y sus hermanos, y todos los que habían subido con él para sepultar a su padre.
Nueva Biblia de las Américas

Nueva Versión Internacional

Reina-Valera 1960

4Y pasados los días de su luto, habló José a los de la casa de Faraón, diciendo: Si he hallado ahora gracia en vuestros ojos, os ruego que habléis en oídos de Faraón, diciendo: 5Mi padre me hizo jurar, diciendo: He aquí que voy a morir; en el sepulcro que cavé para mí en la tierra de Canaán, allí me sepultarás; ruego, pues, que vaya yo ahora y sepulte a mi padre, y volveré. 6Y Faraón dijo: Ve, y sepulta a tu padre, como él te hizo jurar. 7Entonces José subió para sepultar a su padre; y subieron con él todos los siervos de Faraón, los ancianos de su casa, y todos los ancianos de la tierra de Egipto, 8y toda la casa de José, y sus hermanos, y la casa de su padre; solamente dejaron en la tierra de Gosén sus niños, y sus ovejas y sus vacas. 9Subieron también con él carros y gente de a caballo, y se hizo un escuadrón muy grande. 10Y llegaron hasta la era de Atad, que está al otro lado del Jordán, y endecharon allí con grande y muy triste lamentación; y José hizo a su padre duelo por siete días. 11Y viendo los moradores de la tierra, los cananeos, el llanto en la era de Atad, dijeron: Llanto grande es éste de los egipcios; por eso fue llamado su nombre Abel-mizraim, que está al otro lado del Jordán. 12Hicieron, pues, sus hijos con él según les había mandado; 13pues lo llevaron sus hijos a la tierra de Canaán, y lo sepultaron en la cueva del campo de Macpela, la que había comprado Abraham con el mismo campo, para heredad de sepultura, de Efrón el heteo, al oriente de Mamre. 14Y volvió José a Egipto, él y sus hermanos, y todos los que subieron con él a sepultar a su padre, después que lo hubo sepultado.
Biblia del Jubileo

1Entonces se echó José sobre el rostro de su padre, y lloró sobre él, y lo besó. 2Y mandó José a sus siervos médicos que embalsamasen a su padre; y los médicos embalsamaron a Israel. 3Y le cumplieron cuarenta días, porque así cumplían los días de los embalsamados, y lo lloraron los egipcios setenta días. 4Y pasados los días de su luto, habló José a los de la casa del Faraón, diciendo: Si he hallado ahora gracia en vuestros ojos, os ruego que habléis en oídos del Faraón, diciendo: 5Mi padre me conjuró diciendo: He aquí yo muero; en mi sepulcro, que yo cavé para mí en la tierra de Canaán, allí me sepultarás; ruego pues que vaya yo ahora, y sepultaré a mi padre, y volveré. 6Y el Faraón dijo: Ve, y sepulta a tu padre, como él te conjuró. 7Entonces José subió a sepultar a su padre; y subieron con él todos los siervos del Faraón, los ancianos de su casa, y todos los ancianos de la tierra de Egipto. 8Y toda la casa de José, y sus hermanos, y la casa de su padre; solamente dejaron en la tierra de Gosén sus niños, y sus ovejas y sus vacas. 9Y subieron también con él carros y gente de a caballo, y se hizo un escuadrón muy grande. 10Y llegaron hasta la era de Atad, que está al otro lado del Jordán, y endecharon allí con grande y muy grave lamentación; y José hizo a su padre duelo por siete días. 11Y viendo los moradores de la tierra, los cananeos, el llanto en la era de Atad, dijeron: Llanto grande es este de los egipcios: por eso fue llamado su nombre Abel-mizraim, que está al otro lado del Jordán. 12E hicieron sus hijos con él, según les había mandado; 13pues lo llevaron sus hijos a la tierra de Canaán, y lo sepultaron en la cueva del campo de la dobladura, la que había comprado Abraham con el mismo campo, en heredad de sepultura, de Efrón el heteo, delante de Mamre. 14Y se tornó José a Egipto, él y sus hermanos, y todos los que subieron con él a sepultar a su padre, después que lo hubo sepultado.
15Y viendo los hermanos de José que su padre era muerto, dijeron: Por ventura nos aborrecerá José, y nos dará el pago de todo el mal que le hicimos. 16Y enviaron a decir a José: Tu padre mandó antes de su muerte, diciendo: 17Así diréis a José: Te ruego que perdones ahora la maldad de tus hermanos, y su pecado, porque mal te galardonaron; por tanto ahora te rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre. Y José lloró mientras hablaban. 18Y vinieron también sus hermanos, y se postraron delante de él, y dijeron: Henos aquí por tus siervos. 19Y les respondió José: No temáis: ¿Soy yo en lugar de Dios? 20Vosotros pensasteis mal sobre mí, mas Dios lo pensó por bien, para hacer lo que vemos hoy, para dar vida a mucho pueblo. 21Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os sustentaré a vosotros y a vuestros hijos. Así los consoló, y les habló al corazón. 22Y estuvo José en Egipto, él y la casa de su padre: y vivió José ciento diez años. 23Y vio José los hijos de Efraín hasta la tercera generación; también los hijos de Maquir, hijo de Manasés, fueron criados sobre las rodillas de José. 24Y José dijo a sus hermanos: Yo me muero; mas Dios ciertamente os visitará, y os hará subir de esta tierra a la tierra que juró a Abraham, a Isaac, y a Jacob. 25Y conjuró José a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, y haréis llevar de aquí mis huesos. 26Y murió José de edad de ciento diez años; y lo embalsamaron, y fue puesto en un arca en Egipto.

¿Qué significa Génesis capitulo 50?

Inmediatamente después de la muerte de Jacob (Génesis 49:33), José lloró desconsoladamente y besó el rostro de su padre. Esta muerte pareció ser muy dura para él. Después de ordenar que los médicos egipcios embalsamaran el cuerpo de Jacob (lo cual probablemente se refiriera en realidad al proceso de momificación), José se dispuso a obedecer el último deseo de su padre: ser enterrado en Canaán (Génesis 49:29–32). Primero, sin embargo, el estado de Egipto observó un período oficial de luto de 70 días. Esto fue un gesto extraordinario del gobierno de Egipto, ya que Jacob ni siquiera pertenecía a su país (Génesis 50:1–3).

Aunque José tenía autoridad en Egipto (Génesis 41:44), todavía era técnicamente un esclavo del gobernante de Egipto. Este rey, conocido por el título de faraón, debía darle el visto bueno a la decisión de José de volver a Canaán para enterrar a su padre. José se lo preguntó al faraón a través de un mensajero, posiblemente porque a las personas que estaban de luto no se les permitía ver físicamente al faraón. El faraón no solo aceptó permitir que José y sus hermanos se fueran al entierro, sino que envío con ellos una gran delegación de sirvientes y dignatarios egipcios para honrar a Jacob. Además, El faraón envió con ellos tanto jinetes como carros. Al igual que con el período de luto de Jacob, su funeral se trató con mucha importancia (Génesis 50:4–9).

De camino a Canaán, la enorme procesión fúnebre se detuvo en un campo. Allí, pasaron siete días haciendo ritos tradicionales para mostrar el dolor por la pérdida de Jacob. Como la mayoría del grupo eran egipcios, los cananeos locales se preguntaron qué había ocurrido. Todo esto fue tan impactante para los cananeos que le cambiaron el nombre a ese campo debido a los gritos de dolor que escucharon venir de allí durante una semana. El nombre que se le puso es un juego de palabras, ya que los términos hebreos para "luto" y "prado" son casi idénticos. "Abel-Mizraim" significa "prado de los egipcios", pero también suena como "luto de los egipcios". Después de esto, José y sus hermanos finalmente enterraron a Jacob con sus padres y luego regresaron a Egipto (Génesis 50:10–14).

Ahora que Jacob ya no estaba con ellos, los hermanos de José se sintieron abrumados por la culpa y el miedo. Les preocupaba que José hubiera estado reprimiendo su ira contra ellos por el bien de Jacob, ya que, hacía ya muchos años, vendieron a José como esclavo (Génesis 37:26–28). Dio la casualidad de que José sobrevivió, se convirtió en un hombre poderoso en Egipto y rescató a su propia familia de la hambruna que estaban sufriendo (Génesis 47:11–13). Los hermanos reconocieron su culpa (Génesis 42:21–22), pero temieron que José se vengara de ellos. Esa fue la razón por la que le enviaron un mensaje a José, supuestamente de Jacob, rogándole que les perdonara. Luego se presentaron ante José en persona, y se postraron a sus pies (Génesis 50:15–18).

La respuesta que José les dio es uno de los versículos más fundamentales de las Escrituras. Primero, lloró, ya fuera al pensar que sus hermanos le tenían miedo, o al recordar todo lo que había pasado entre ellos. José no se anduvo con rodeos y les dijo claramente que lo que sus hermanos le hicieron había sido algo horrible, y lo hicieron a cosa hecha. Sin embargo, José fue igual de directo a la hora de comunicarles que Dios usó su propio sufrimiento para cumplir un propósito mayor en el futuro. José sufrió como un esclavo miserable durante trece años (Génesis 37:2, 41:46), pero esto lo ayudó a conseguir una posición de inmenso prestigio y comodidad (Génesis 41:50–52). También le permitió salvar muchas vidas, incluidas las de su propia familia. Esos difíciles trece años lo llevaron a experimentar ochenta años de increíble prosperidad (Génesis 50:22). José les aseguró a sus hermanos que no tenía la intención de vengarse y planeó continuar protegiendo a su familia (Génesis 50:19–21).

El resto de la historia de la vida de José se resume en unos pocos versículos, los cuales nos explican lo bien que les acabó yendo a todos. José sintió que su muerte era inminente cuando cumplió los 110 años. José vivió lo suficiente como para ver a sus tataranietos. Al igual que hizo lo Jacob, José les pidió a los "hijos" de Israel, muy probablemente, los jefes que estaban vivos dentro de cada una de las tribus, que juraran que algún día se llevarían su cuerpo a Egipto. Finalmente, sería Moisés quien lo haría unos siglos después (Éxodo 13:19). Cuando José falleció, también fue embalsamado, pero sus restos se guardaron en un ataúd del que Israel era el dueño (Génesis 50:22–26).

Aquí se termina el libro de Génesis. Los primeros versículos del libro del Éxodo nos explican cómo creció y prosperó Israel en Egipto. Ese proceso continuó durante siglos. Desafortunadamente, un nuevo régimen llegaría al poder en Egipto, uno que no recordaría nada de lo que ocurrió bajo el mandato de José. Esta dinastía será la que finalmente esclavizaría brutalmente a los descendientes de Jacob, preparando con esto el rescate de Dios y el establecimiento de Israel como una nación independiente (Éxodo 1:6–14).
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