¿Qué significa Marcos 14:55?

A lo largo del ministerio de Jesús, los fariseos han encontrado muchas razones para acusar a Jesús. Desafortunadamente para el Sanedrín, todas esas acusaciones involucran infracciones contra la tradición oral, no contra las palabras originales de las Escrituras.

Después de que Moisés recibiera la Ley de Dios en el monte Sinaí, la gente se empezó a preocupar por sus aplicaciones específicas. Por ejemplo, cómo definir qué constituye exactamente "trabajo" durante el sábado. Esto se convirtió en una preocupación mayor durante y después del cautiverio de Babilonia; el pueblo judío quería asegurarse de que Dios no volvería a disciplinar a Israel con el exilio, debido a la desobediencia (Ezequiel 39:23). Los escribas, cuyo trabajo era explicar la ley, asumieron la tarea de ampliar la ley con más leyes, y acabaron añadiendo leyes que determinaban, por ejemplo, cuántos pasos se permitían dar durante el día de reposo, o cuándo y cómo un judío devoto se debía lavar las manos.

Jesús no se rige por la ley oral (Marcos 7:1–13). De hecho, la ley oral no viene de Dios, sino que es una tradición creada por los hombres. Jesús se rige por la ley mosaica y nunca la rompe. El Sanedrín está compuesto principalmente por saduceos que también valoran la ley de Moisés más que las tradiciones de los fariseos. En realidad, al Sanedrín no le importaba particularmente si Jesús llegara a sanar a un hombre o no durante el sábado, sino que su objetivo es encontrar algo que Jesús haya hecho que la ley mosaica castigara con la muerte. De hecho, de acuerdo con sus propósitos, la acusación ni siquiera tenía que ser cierta, sino que solo necesita ser creíble y, como dice la ley mosaica (Deuteronomio 17:6), "corroborada" por un testimonio manipulado.

Finalmente, el Sanedrín nunca llegó a encontrar una acusación válida que pudiera confirmar que Jesús violó la ley de Moisés. Jesús nunca pecó (1 Pedro 2:22). Todas las demás personas han pecado (Romanos 3:23). Todos los demás seres humanos fueron concebidos con una naturaleza inclinada al pecado (Salmo 51:5). Ese pecado significa que merecemos la separación eterna de Dios (Romanos 6:23). Debido a que Jesús nunca pecó y está dispuesto a sacrificar Su propia vida, Dios puede perdonarnos a través de Su sacrificio (Colosenses 1:20; 1 Pedro 1:18–19).

Esa es la horrible ironía de este juicio. Los pecadores, actuando a sabiendas contra el "espíritu" de la Ley, están tratando de condenar a un Hombre sin pecado, posiblemente para prevenir una guerra terrenal. Jesús sabe que debe morir como un pecador para ganar la guerra espiritual y por eso no se defiende. Su muerte y resurrección cubren los pecados de algunas de las personas que estaban escuchando en ese momento, como Juan, Pedro y posiblemente algunos miembros del Sanedrín (Juan 12:42; 19:39). ¡Aún pecando, el Sanedrín acaba formando parte del plan de salvación del mundo!