Capítulo
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Verso

Romanos capitulo 7

La Biblia de las Américas

7¿Qué diremos entonces? ¿Es pecado la ley? ¡De ningún modo ! Al contrario, yo no hubiera llegado a conocer el pecado si no hubiera sido por medio de la ley ; porque yo no hubiera sabido lo que es la codicia, si la ley no hubiera dicho: NO CODICIARAS. 8Pero el pecado, aprovechándose del mandamiento, produjo en mí toda clase de codicia ; porque aparte de la ley el pecado está muerto. 9Y en un tiempo yo vivía sin la ley, pero al venir el mandamiento, el pecado revivió, y yo morí; 10y este mandamiento, que era para vida, a mí me resultó para muerte; 11porque el pecado, aprovechándose del mandamiento, me engañó, y por medio de él me mató. 12Así que la ley es santa, y el mandamiento es santo, justo y bueno. 13¿Entonces lo que es bueno vino a ser causa de muerte para mí? ¡De ningún modo ! Al contrario, fue el pecado, a fin de mostrarse que es pecado al producir mi muerte por medio de lo que es bueno, para que por medio del mandamiento el pecado llegue a ser en extremo pecaminoso. 14Porque sabemos que la ley es espiritual, pero yo soy carnal, vendido a la esclavitud del pecado. 15Porque lo que hago, no lo entiendo ; porque no practico lo que quiero hacer, sino que lo que aborrezco, eso hago. 16Y si lo que no quiero hacer, eso hago, estoy de acuerdo con la ley, reconociendo que es buena. 17Así que ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí. 18Porque yo sé que en mí, es decir, en mi carne, no habita nada bueno; porque el querer está presente en mí, pero el hacer el bien, no. 19Pues no hago el bien que deseo, sino que el mal que no quiero, eso practico. 20Y si lo que no quiero hacer, eso hago, ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí. 21Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo la ley de que el mal está presente en mí. 22Porque en el hombre interior me deleito con la ley de Dios, 23pero veo otra ley en los miembros de mi cuerpo que hace guerra contra la ley de mi mente, y me hace prisionero de la ley del pecado que está en mis miembros. 24¡Miserable de mí ! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte ? 25Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que yo mismo, por un lado, con la mente sirvo a la ley de Dios, pero por el otro, con la carne, a la ley del pecado.
Nueva Biblia de las Américas

Nueva Versión Internacional

Reina-Valera 1960

Biblia del Jubileo

7¿Qué pues diremos? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque (tampoco) conocería la concupiscencia, si la ley no dijera: No codiciarás. 8Entonces el pecado, cuando hubo ocasión, obró en mí por el mandamiento toda concupiscencia. Porque sin la ley el pecado estaba como adormecido. 9Así que, yo sin la ley vivía por algún tiempo; mas venido el mandamiento, el pecado revivió, y yo morí; 10y hallé que el mismo mandamiento, que era para vida, para mí era mortal; 11porque el pecado, habida ocasión, me engañó por el mandamiento, y por él me mató. 12De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, y justo, y bueno. 13¿Luego lo que es bueno, a mí me es hecho muerte? No; sino el pecado, que para mostrarse pecado por lo bueno, me obró la muerte, haciéndose pecado sobremanera pecaminoso por el mandamiento. 14Porque ya sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido a sujeción del pecado. 15Porque lo que cometo, no lo entiendo; y ni el (bien) que quiero, hago; antes lo que aborrezco, aquello hago. 16Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. 17De manera que ya yo no obro aquello, sino el pecado que mora en mí. 18Y yo sé que en mí (es a saber, en mi carne) no mora el bien, porque tengo el querer, mas efectuar el bien no lo alcanzo. 19Porque no hago el bien que quiero; pero el mal que no quiero, éste hago. 20Y si hago lo que no quiero, ya no obro yo, sino el pecado que mora en mí. 21Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: Que el mal me es propio. 22Porque con el hombre interior, me deleito con la ley de Dios; 23mas veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. 24¡Miserable hombre de mí! ¿Quién me librará del cuerpo de esta muerte? 25La gracia de Dios, por Jesús, el Cristo o el Ungido, Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, pero con la carne a la ley del pecado.

¿Qué significa Romanos capitulo 7?

En Romanos 7, Pablo aborda la relación que existe entre la ley — los mandamientos que Dios nos ha dado — y la pecaminosidad humana. Pablo comienza dejándonos claro que los que están en Cristo han sido liberados de cualquier obligación que pudiera existir en relación con la ley de Moisés. Esto ocurre por la misma razón por la que hemos sido liberados de nuestra esclavitud hacia el pecado: cuando morimos, nuestra muerte rompe las obligaciones que teníamos con el pecado. Aquellos que llegan a la fe en Cristo están tan estrechamente asociados con Su muerte física y Su resurrección que experimentan una especie de muerte espiritual y resucitan con una nueva vida espiritual. Así es como nos liberamos de nuestra responsabilidad ante la ley.

Pablo usa la ilustración de la ley del matrimonio. Una mujer cuyo marido haya muerto ya no está obligada a permanecerle fiel, y es libre de casarse con otro hombre. De manera similar, nuestra muerte en Cristo nos liberó de la obligación que teníamos bajo la ley y nos permite servirle a Dios en lo que Pablo llama el nuevo camino del Espíritu (Romanos 7:1–6).

Algunos aparentemente pensaban que la enseñanza de Pablo acerca de que habían sido librados del yugo de la ley significaba que él mismo creía que la ley misma era pecaminosa, pero Pablo insiste en que él no pensaba así en absoluto. En cambio, fue la ley la que le reveló su propia pecaminosidad. Pablo se dio cuenta de que era codicioso solo después de que la ley prohibiera la codicia. Peor aún, ya que él era un pecador, ¡el simple hecho de saber que la codicia era un pecado le hacía desear codiciar aún más! Nuestra naturaleza rebelde a menudo elige romper las reglas solo por el hecho de romperlas. La ley le prometió la vida a Pablo solo si pudiera cumplir todos los mandamientos, pero Pablo mismo descubrió que no podía hacerlo. En ese sentido, la ley lo condenó a muerte. Sin embargo, Pablo describe la ley como algo santo, justo y bueno (Romanos 7:7–12).

Luego, Pablo describe la difícil experiencia de querer hacer el bien y acabar haciendo justo lo contrario. Los eruditos bíblicos no están de acuerdo sobre si Pablo está describiéndose a sí mismo antes de ser cristiano, cuando estaba tratando de seguir la ley, o si era una experiencia actual cuando trataba de hacer el bien por su propia voluntad ya siendo cristiano. Basándonos en los tiempos griegos que se usan en el texto, Pablo parece estar describiendo la lucha continua que existe entre un creyente y el pecado, en lugar de estar hablando de algo que fuera "superado" cuando uno alcanzara la salvación (Romanos 7:13–23).

La diferencia que existe entre las dos opiniones es significativa, pero ambas presentan verdades bíblicas que son respaldadas en otras partes de las Escrituras. Ciertamente, todo el libro de Pablo se basa en la idea de que los que no creen con fe no pueden cumplir la ley, por eso la ley no puede justificarnos ante Dios. También es cierto que los cristianos que han sido liberados del poder del pecado a menudo todavía consideran que la influencia poderosa del pecado es terriblemente difícil de vencer. Convertirse en cristiano le da a una persona el poder de vencer el pecado (1 Corintios 10:13; Romanos 6:17), pero no le otorga una vida en la que no exista pecado alguno (1 Juan 1:9–10).

Después de describir la desconexión que había entre sus mejores intenciones de hacer el bien y sus acciones pecaminosas en el mundo real, Pablo grita de frustración que es un hombre miserable y pregunta quién lo liberará. Pablo mismo responde a su pregunta agradeciéndole a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor, dando a entender que él tiene y/o encontrará esa liberación solo a través de la fe en Cristo (Romanos 7:24–25).
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